domingo, septiembre 29, 2024

EL ULTIMO VERANO

 


Iba de mi mano. Juro que iba de mi mano, paseamos entretenidas en las vivencias del mercado de los domingos. La música folclórica tintineaba a nuestro rededor y nos quedamos embelesadas. Así, como imantadas por las secuencias de esos sonidos de la isla en su ánimo, en su motivación de una sonrisa decaída hacia unos días. De repente, al paso de minutos. No sé u horas, fui a decirle algo y ya no estaba solo, su perfume…su perfume de frescas lavandas. Miré a la muchedumbre y entre ella y se había perdido de mis ojos y mis sentidos masticaron que quizás, que tal vez lo hacia queriendo. Quedando su paso por mi vida en la nada. Pero estábamos en la isla. Muy lejos no podría ir, la encontraría. Esos instantes en que la soledad me invadió sentí como se resquebraja los pilares formados en este amor , que no es amor sino una costumbre de años, una dejadez que nos suelta en medio de un prado y no saber ser independiente. Ese fue mi temor, que fuera una corta despedida en silencio. Los músicos terminaron y ese ruedo grupal se abrió. Ella no estaba. Mis pensamientos se mezclaron con el abandono, los puestos seguían su ritmo. Este era el fin. Me senté en un banco, cerca donde tocaban el grupo folclórico. Estuve hasta que la luna beso mis ojos cansados, hasta que un gato famélico se restregó en mis pies, hasta que los borrachos vagaban a voces no se que locura, hasta que me quedé dormida como una más en la intemperie de una noche de otoño. Alguien toco mi hombro, era un policía. Intente explicarme hasta que ese discurso mío termino en el vacío. Volví a casa andando, abrí cuidadosamente la puerta y allí estaba , la carta del adiós. Una lagrima no quiso retorcer mis mejillas, era norma, el cansancio había durado demasiado, mucho más de lo que esperaba. Sin embargo, esa casa olía a ella. El piano comenzó con un leve sonido, aquella melodía triste que tocaba cuando el abatimiento nos ataba, nos unía. Y comprendí, todo ha de fluir, no hay que depender de cada aprobación o negación del que está a tu lado, tenemos que decirnos por nosotros míos, aunque no valga, aunque sea tarde, aunque sea erróneo. Y nuestro error fueron todos estos años absurdos desnutridos de vivencias, de deseos. Me senté en el sillón, escuchaba las teclas de un piano tocado por su aroma y la he pensado, un deje de pena me alcanza y otra vez agotado he caído en el letargo. Y los sueños me hablaron. Y los sueños me abrazaron. Y los sueños me dibujaron de un mañana. Y los sueños se despidieron. Ella iba de mi mano y ahora no….mi memoria es aliento de ese tormento del ayer y despierto, y la paz sacude mis ganas en una taza de café, sola.

jueves, septiembre 26, 2024

los pájaros a ras de mis sentidos

 


Los pájaros a ras de mis sentidos

Un piano balbucea alguna melodía

El fuego de septiembre prende el sudor

Y el agotador recorrido de la tarde

La tersa lagrima de una pena peculiar

Que no es una pena de una misma

Es una pena de lo interminable de las batallas

Inmersas, estáticas en el tiempo

Y el tiempo deshoja las arboledas perdidas

En la condición de ser sombra de los inocentes

Asomamos nuestros pañuelos blancos

Y las palomas expiran su último aliento.

Y de un instante todo es silencio

Y de un instante todo es dolor

Y de un instante todo es herida

Y de un instante todo es desorden

Un piano sigue en su melodía

Los pájaros a ras de mis sentidos callados

Sin embargo, albergamos belleza

Belleza imperfecta a cada canto de las olas

A cada tregua de las batallas perdidas

miércoles, septiembre 25, 2024

LA SECA HIERBA

 


La seca hierba erige los montes

Septiembre exhala su despedida

Los cuerpos en el tono de los ritmos de la brisa.

Los ojos yertos en la pesadumbre de un quejido

Las mareas , quietas, desenvainan un acuerdo

Y las manos al unísono derivan donde la espera abraza.

Una espera de arco iris, una espera de cantos reverberando la paz.

La lluvia vendrá, cascadas recorriendo los insomnes en la guarda

El verdor impregnará los montes, sus miradas perdidas.

 

martes, septiembre 24, 2024

LA ANCIANA

 

Danza, danza con tu escoba en las raíces de palmeras deshilachada. Rondas el faro, te trae nuevas…nuevas noticias abrumadoras más allá de este mar que blinda la isla. Soga que te ata en un canto cerrado, en círculos mientras enciendes una hoguera donde ahuyentas los espectros del ayer, donde llamas a los espíritus del hoy. En tu curso, en tus arrugas y tu pelo blanco has visitados muchas gentes desencajada, desolada, lastimada, triste y has aprendido con el don de tu escoba y esa danza donde una oración emerge de tus profundas entrañas llevarlas al bien, a lo bello de la vida. Sí, porque la vida es bella…no para todos. Según el ángulo, según el sustrato social , político, económica que lo ampara. Piensas, es la noche, una luna en el poniente anuncia repetidamente y temblorosa los nombres de aquellos que se han ido y has amado y también de aquellos, de aquellas que partieron al vacío. Visionas la hogueras, quemas todas esas malas manías obsesivas convulsivas de la isla y te sientes caer. Y naces, danzas con tu escoba al derredor de ella. El faro te avisa del lamento de personas de otra orilla en su huida masiva y catastrófica como hijos de las caracolas y las algas. Y meditas , que carajo le ocurre a este planeta, a este planeta chinijo azul. Tan turbulento , tan dañado, tan envuelto en bocanadas feroces de los clavos ardientes a lo extraño, a lo desconocido. Y danzas, danzas con tu escoba bajo una noche de luna de poniente y un faro silbando tembloroso de lo que rompe en sus rocas, ahogados de la esperanza. Y a ti te llaman bruja del faro, demonio de las madrugadas cuando las barquillas llegan e intentas dar calor a esos humanos aferrados al engaño, aferrados a la ilusión, a ese anhelo clavado en sus pechos, en sus corazones. Danza anciana del faro con tu escoba alrededor de fogatas encendiendo un halo de paz.

sábado, septiembre 21, 2024

LOS OJOS DE LA LUNA


 

Los ojos de la luna

Claro de una nostalgia

Protectora de los delirios

Verticalidad de los sueños.

Viene un viento

Arrasa la memoria oxidada

Un nuevo andar surge en la palabra silenciada.

Los ojos de la luna

Perfilo tus caricias

Tallo tus besos

Edifico raíces en la sensación de amar

Y la paz se observa

Los ojos de la luna

Pájaros quietos

Pájaros callados

Pájaros fertilidad de la esperanza.

 

jueves, septiembre 19, 2024

QUE BELLA TE VES

 


Que bella cae la tarde. La marea, revuelta. Y da igual. Que bella te ves así, con tus ojos verticales en el horizonte. Una llovizna de septiembre se empecina por romper este nuevo renacer de la noche. Y da igual. Que bella con tus piernas visitas cada rincón de la isla en tu memoria. Y da igual, los años seca un almanaque. Un amor ausente te viste y miras las olas como hojarasca de tus recuerdos, de tu hoy. Y da igual. Que bella, te levantas y vienes a mí y conversamos en las horas muertas de esta soledad. Esta soledad que nos tiñe de gris, de negras sombras. Y da igual. Que bella te ves , recibes noticias de un mundo dormido bajo las nieblas del terror. Y da igual, sigues aquí donde la palabra revive una sonrisa. Que bella eres, con tus años enraizándose en el amor. Y da igual, el oleaje sabe ti, dejaste la pena en una maleta vagando por las mareas sin fin. Que bella viene la luna, tan perfecta, con un halo de flores nuevas besando tuslabios. Y da igual…

sábado, septiembre 14, 2024

el viento de los pajaros

 


Viento:

La brisa insiste en tildar las ventanas con su suave soplo. Un ruido casi imperceptible pero sonoro para aquellos que en el nocturna retumban en sus pensamientos, en una memoria que recoge cada minúsculo fallo de sus vivencias, ya sea error de ellos, ya sea voracidad de otros. Observo como esos cuerpos descansan. La luna menguante pisa con un firmamento estrellado, me pregunto que amarguras sopesan en esas gentes algunas, tan contradictorias y otras tan seguras en cada aliento que se endereza en su día a día. Ahora estoy aquí con la brisa que por momentos toca fuerte, quiere despertar a esas almas ausentes de la mirada, de la escucha, del habla.

 

Anne:

Amanece, mi cuerpo junto a la sonoridad del silencio. Los años pasan. Quizás te haya encontrado pero cierta incertidumbre me abruma, me escondo en un rincón donde mis artes de amar no se detecten. Y, sin embargo, amo. La amo desde esta reconditez donde las secuelas de la existencia aun me dejan respirar.

Espíritu :

No me ves. En qué punto de tu vida te encuentras. Examino y pienso que te hallas en ese ápice donde te da todo igual. Un desinterés por las cosas nimias. Has madurado y ya no necesitas de una mano para levantarte. No obstante sigues en tu búsqueda, en la inquietud de aves de paraíso volando a ras de las emociones, de cada sensación cuando alguien de abraza, te besa en tu cuello.

Anne:

Despegarme de la cama no me cuesta. Me incorporo y sentada medito sobre mí, sobre lo que quiero. Lenta voy a la cocina. El silencio de estas horas precoces de la mañana me lleva a una constante revuelta de una canción del despertador. Ahí, viene, con su canción, con mis sentidos cantando a la vez que el café viene. Sí, viene. Viene lento, pero viene y tomo de él. Una extraña sensación se incrusta en mi pecho y mis latidos , pausados, despiertan la necesidad de ser acompañada, amada. Pero esta nada….

viento

Te abro la ventana con un toque más arrebatado. Luces a la calle. Te asomas, los pájaros no tienen ganas hoy de cantar. Quizás, están como tú. En un silencio profundo, en un aislamiento intocable aunque desees, porque lo deseas que te amen.

Anne:

Recurre a mi mis manos, me las miro, las palpos y una cierta dejadez pesa ahora en los años. Pero ya no hay excusas, debo pensar que no es tarde.

Espíritu

Siempre igual, excusas para no emprender tu vuelo. Anímate mujer. Recorre el universo que hay en ti, el universo que hay en otros y regocíjate con el arte de amor que no es tarde. Lo tarde es cuando la muerte venga y seamos otra vez hijo del cosmos. Porqué eso somos cuando seamos encuentro con nuestro nicho, con nuestras cenizas.

Anne:

Quiero ser ciega. Quiero ser sorda. Quiero ser muda. Tanta barbarie en este pizco de planeta. Presiento que algo me rodea, una sombra que me desquita de la pena por un lado y yo me voy al otro, a este mundo donde las guerras infinitas, donde la involución de muchos es metralla segura de vidas idas en la violencia y venganza absoluta. Por mi mente corre un vientre abultado, la tristeza me acoge. El hambre, la sed y me pregunto el porqué. Y como puede el ser humano en seguir creyendo en Dioses obsoletos, herméticos. Una respuesta que no es más para ayudar a la firmeza cuando los estragos sórdidos de los bombardeos, de la dejadez impera en esos pueblos.

Espíritu:

¿Dónde estás Anne? Te pierdes en violaciones a la dignidad de otros lugares. Esa dignidad que debe tener toda persona. Porque somos personas, somos aves que vuelan a ras de yermas tierras donde el agua vomite sequedad, venenosas batallas sin fin. Déjalo ya, Anne, no te mortificas, todo seguirá igual y después cuando la muerte venga , no más que polvo estelar.

Anne:

Siento que las ventanas se cierran. Siento que las ventanas se abren. Siento su golpeo incesante mientras me asomo a sentido de la vida. Aquí, quieta, con mi café.

viento

Como viento que soy , cierro y abro ventanas. Es hora de despertar Anne y no me refiero a ese despertar de tus ojos, de tu cuerpo sino del amor. Tienes que enamorarte, hay una muralla larga…muy larga que bloquea tu corazón y sigues así, en la soltura de tu callar y conversando sola con tu razón. Y esa razón te aleja, desiste de intentarlo. Ah, Anne, no te preocupes, algún día caerás en las redes del amor. Te atrapará y serás hermana de la lluvia. Sí, cantaras bajo la lluvia y le dirás te quiero. Te imaginas Anne, Anne.

Anne:

Yo Anne he jurado no enamorarme. Infortunios del ayer me hacen desistir en esa emoción, en la sensibilidad de ser roce con otra piel. Miro mis manos, mucho han trabajado, siguen vacías. La gelidez de un aliento llega a mis entrañas y sacudida por este extraño mundo me alejo, me ausento donde el dolor no tiene cabida.

Espíritu.

Ah, ese dolor Anne. Tan grave ha sido que te has despedido. Pero atiéndeme, no sabemos lo que ocurrirá en el transcurso de las jornadas. Solo sabemos del ahora que es ya pasado y el mañana puede romper todos tus tabiques, todos esos pilares donde habita tu olvido, el olvido de amar.  Anne , querida Anne, he venido para verte, siempre estoy aquí, pero que tu conciencia me escuche. Dale una oportunidad a la vida, a la vida en esta tierra hija de todos. Oh, Anne, querida Anne, refúgiate en unos brazos que de seguro toda irá bien. Anne, querida Anne, todo irá bien.

Anne:

Y enamorarme de este mundo que me vio nacer. Este mundo enojado, violento y presa del engaño sin la tregua de las armas, de la insolidaria matanza de todas aquellas raíces del mismo árbol. Cada día se extiende más. Escucha, escucha, el gemido de una anciana cuando ante ella solo hay campos de sangre, de gritos en medio del silencio que la hacen penar , balancearse en un temblor estático en el paso de los soles, de las lunas. Y enamorarme con el sustento de una nueva forma de ver, de charla con mi amada¡ Dónde está¡ El agotamiento señala mis alas, no escucho el trino de los pájaros y el despertar se ha callado! Y enamorarme de ti, de mí de la alegría que al unísono apaga las desgracias de este planeta, de azul planeta. Que se calle ese ruido de la monstruosidad, del apego a los demonios que llevamos dentro…muy dentro. Luchar y luchar, con mi yo, con todos para la  paz,  para el equilibrio en la madre tierra. Por tanto me emancipo de las grotescas imágenes de la realidad y esbozo un arco iris vital para la existencia. Miro mis manos, yermas, con la sequedad del dolor, el dolor de esa maleta del que navega a un destino incierto y muchas veces traidor. El viento ha parado y una brisa agradable palpa mi tez, la beso. Si besarla como si fuera ella, como si fuera el lugar de la belleza. Una belleza imperfecta, caminante de la armonía entre los humanos.

martes, septiembre 10, 2024

divagaciones de un 10 de septiembre

 


Vienes lenta, con la brisa dando su ultimo aliento a esta estación veraniega. El calor se arrima, son las primeras horas de un amanecer donde los pájaros permanecen callados y me llamas. Me llamas con la frágil promesa de alas partidas en el transcurso de las horas, de los minutos, de los segundos…de los años. No estás triste. Esa tristeza la has dejado atrás donde tu soledad se columpia con la edificación de tus raíces más allá de la verticalidad. Y vienes lenta. Y me miras. Y yo te miro. Y te digo que un mañana se asomará a nuestra memoria al unísono como eje de una nueva vida. Mientras, estamos aquí ¿Me hablas? Si te entiendo, un novedoso escenario nos presentara como hija de los vientos, como hija de los océanos , como hijas de un mundo donde el lamento no tiene cabida. Se que cuesta creerme. Confía en ti y después en mí. Dame la mano amor mío y conversemos con los soles, con las lunas que nos despierta esas sensaciones maravillosas del arte de vivir, del arte de amar. Porque te quiero. Me callo. No diré tu nombre. No diré donde el querer tiene su bella cuna meciéndose con ese otoño que llega. Descorro las cortinas. Me asomo al balcón. Un niño llora, toda la noche. Y no se que porqué intento localizar el llanto prolongado en la oscura noche. Y no lo encuentro amor…no lo encuentro. Y vienes, procuro abrazarte en mis pensamientos entretanto el amargo grito del nocturno aviva la incertidumbre de esta atmósfera que nos envuelve. Pero cuando duermo amor…cuando duermo y te sueño, la paz y la calma acarician mis sentidos. No obstante, esos gritos estremecen mi visión de este planeta. Un punto , un epicentro de una masiva cantidad de niños, de niños en la soledad que da la violencia, el maltrato, las incompresibles que guerras que desbaratan su mañana. Ay , amor. ¿Qué cansada estoy y tú, cómo estás? ¿Duermes? Sigue querida amiga, hay que descansar, hay que reponerse para las sacudidas intermitentes de la existencia. Yo sigo aquí, donde siempre, escribiendo lo mismo. Tal vez esperándote pero con la decisión de ser frente al infortunio, a la fortuna de ser hija de la vida, hija de la alegría. Ahora, todo es silencio. Y en este instante te converso, te llamo , te siento, te beso.

domingo, septiembre 08, 2024

lo insonoro

 


 Una tarde insonora,

Donde los cuerpos cabalgan en cansancio de la rutina.

Ojos que se miran

Más arriba de un cielo de arco iris

Con la palabra imperfecta de la tristeza.

Y llamamos, venid….venid

Astros de nuestros destinos

Cuyo misterio se lía a las jornadas calladas

En el mañana incierto de nuestros pasos.

Las huellas quedan,

Los sueños se estremecen y estropean

A medida que a través de una ventana

El sol no nos despierta, no nos da aliento

Para la nueva travesía de las olas.

jueves, septiembre 05, 2024

CINCO DE SEPTIEMBRE

 




Atardece

Una jornada donde su último suspiro

El frío se escribe en nombre anónimo

Viajero en mis sentidos.

Atardece

Y enamorada de la nada

Susurro una balada a tu ausencia

Perenne en mis manos.

Atardece

Y tú no lo sabes,

Las calles están aisladas

A mis ojos dañados por lo turbio de una brisa

Que me agota en la sombra del silencio.

Atardece,

Y callas

Y tú no lo sabes

De esa belleza …

De esa maravilla de hablarte

Frente espejos dispersando mis sueños .

Atardece,

Es septiembre, las cinco.

Y tu no lo sabes

Historias que duermen en mis espaldas

Tan cansadas...tan fatigadas.

Atardece

Y tú no lo sabes

Yo aquí

Tu, en un boceto de mis pisadas

Inventadas en la nada.

martes, septiembre 03, 2024

EL VIAJE

 

El secreto. Un secreto donde las lenguas de las tormentas atravesaban su espalda. Ella y las olas. Las olas y ellas. Gran cantidad de dinero había pagado para ese viaje de ida, de ida y posteriormente si las cosas salían bien de vuelta. Una embarcación la dejo a ella y a otros en una barca donde se estremecía, donde se rompía, donde la muerte era soga que los acosaba, los perseguía hasta no más que ser espíritus flotantes en lo profundo y la oscuridad de las mareas. El secreto. Todos guardaban el secreto, el secreto de un viaje de ida , de la muerte si no llegaba a la costa. Había dejado todo y sus espaldas presas del vacío, de sus queridos seres vagaba en sus sentidos para mantener la verticalidad. Una verticalidad descuidada, una verticalidad rota, una verticalidad de una pena de la agonía, una verticalidad de otros en la despedida . Un viaje de ida y una vuelta estática en el naufragio de los sueños. Pero su deseo era verdadero, se sentía abatida, llena de una esperanza que a veces era ráfaga inestable. Soñaba con llegar a la costa, iba dejando atrás sus otras ilusiones. Soñaba con sobrevivir. En su mente una mezcla de sopor y desaliento luchaba con la brutalidad , la agresividad del mar. Un mar de espíritus flotantes en lo profundo y oscuro que la llamaban. La llamaban y le decían regresa, regresa…vete de aquí mujer, no es lugar para ti. La desdicha abogaba en sus cimientos y su mirada firme, neutra solo era amparada por la mala mar. Atrás había dejado todo. Ese todo que era ahora la nada. La nada de su vida. La nada de su rutina. La nada de las guerras. La nada de una tumba que la llamaba. Ella, hermética, era ave que persistía en su secreto. El secreto de su sueño. Un sueño frenético. Veía ya próxima la costa. Un halito de esperanza vagaba en sus fatigadas fuerzas y su entereza se elevó, se levantó donde las caracolas cantan al adiós. Pensamientos inagotables traía su memoria. Toda una vida.  Toda una vida en la ruta de deseos y en un minúsculo espacio de tiempo se pierden y las caracolas cantando el adiós . Y ella se durmió. Un letargo acompañado de cetáceos en su canto de la despedida. Y ella se durmió. Ya era tarde en ese viaje de ida.