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laguna198@hotmail.com
Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
Iba de mi mano. Juro que iba de
mi mano, paseamos entretenidas en las vivencias del mercado de los domingos. La
música folclórica tintineaba a nuestro rededor y nos quedamos embelesadas. Así,
como imantadas por las secuencias de esos sonidos de la isla en su ánimo, en su
motivación de una sonrisa decaída hacia unos días. De repente, al paso de
minutos. No sé u horas, fui a decirle algo y ya no estaba solo, su perfume…su
perfume de frescas lavandas. Miré a la muchedumbre y entre ella y se había
perdido de mis ojos y mis sentidos masticaron que quizás, que tal vez lo hacia
queriendo. Quedando su paso por mi vida en la nada. Pero estábamos en la isla.
Muy lejos no podría ir, la encontraría. Esos instantes en que la soledad me
invadió sentí como se resquebraja los pilares formados en este amor , que no es
amor sino una costumbre de años, una dejadez que nos suelta en medio de un
prado y no saber ser independiente. Ese fue mi temor, que fuera una corta
despedida en silencio. Los músicos terminaron y ese ruedo grupal se abrió. Ella
no estaba. Mis pensamientos se mezclaron con el abandono, los puestos seguían su
ritmo. Este era el fin. Me senté en un banco, cerca donde tocaban el grupo folclórico.
Estuve hasta que la luna beso mis ojos cansados, hasta que un gato famélico se restregó
en mis pies, hasta que los borrachos vagaban a voces no se que locura, hasta
que me quedé dormida como una más en la intemperie de una noche de otoño.
Alguien toco mi hombro, era un policía. Intente explicarme hasta que ese
discurso mío termino en el vacío. Volví a casa andando, abrí cuidadosamente la
puerta y allí estaba , la carta del adiós. Una lagrima no quiso retorcer mis
mejillas, era norma, el cansancio había durado demasiado, mucho más de lo que
esperaba. Sin embargo, esa casa olía a ella. El piano comenzó con un leve
sonido, aquella melodía triste que tocaba cuando el abatimiento nos ataba, nos
unía. Y comprendí, todo ha de fluir, no hay que depender de cada aprobación o
negación del que está a tu lado, tenemos que decirnos por nosotros míos, aunque
no valga, aunque sea tarde, aunque sea erróneo. Y nuestro error fueron todos
estos años absurdos desnutridos de vivencias, de deseos. Me senté en el sillón,
escuchaba las teclas de un piano tocado por su aroma y la he pensado, un deje
de pena me alcanza y otra vez agotado he caído en el letargo. Y los sueños me
hablaron. Y los sueños me abrazaron. Y los sueños me dibujaron de un mañana. Y
los sueños se despidieron. Ella iba de mi mano y ahora no….mi memoria es
aliento de ese tormento del ayer y despierto, y la paz sacude mis ganas en una
taza de café, sola.
Danza, danza con tu escoba en las
raíces de palmeras deshilachada. Rondas el faro, te trae nuevas…nuevas noticias
abrumadoras más allá de este mar que blinda la isla. Soga que te ata en un
canto cerrado, en círculos mientras enciendes una hoguera donde ahuyentas los
espectros del ayer, donde llamas a los espíritus del hoy. En tu curso, en tus
arrugas y tu pelo blanco has visitados muchas gentes desencajada, desolada,
lastimada, triste y has aprendido con el don de tu escoba y esa danza donde una
oración emerge de tus profundas entrañas llevarlas al bien, a lo bello de la
vida. Sí, porque la vida es bella…no para todos. Según el ángulo, según el sustrato
social , político, económica que lo ampara. Piensas, es la noche, una luna en
el poniente anuncia repetidamente y temblorosa los nombres de aquellos que se
han ido y has amado y también de aquellos, de aquellas que partieron al vacío. Visionas
la hogueras, quemas todas esas malas manías obsesivas convulsivas de la isla y
te sientes caer. Y naces, danzas con tu escoba al derredor de ella. El faro te avisa
del lamento de personas de otra orilla en su huida masiva y catastrófica como
hijos de las caracolas y las algas. Y meditas , que carajo le ocurre a este
planeta, a este planeta chinijo azul. Tan turbulento , tan dañado, tan envuelto
en bocanadas feroces de los clavos ardientes a lo extraño, a lo desconocido. Y
danzas, danzas con tu escoba bajo una noche de luna de poniente y un faro silbando
tembloroso de lo que rompe en sus rocas, ahogados de la esperanza. Y a ti te
llaman bruja del faro, demonio de las madrugadas cuando las barquillas llegan e
intentas dar calor a esos humanos aferrados al engaño, aferrados a la ilusión,
a ese anhelo clavado en sus pechos, en sus corazones. Danza anciana del faro
con tu escoba alrededor de fogatas encendiendo un halo de paz.
Que bella cae la tarde. La marea, revuelta. Y da igual. Que
bella te ves así, con tus ojos verticales en el horizonte. Una llovizna de
septiembre se empecina por romper este nuevo renacer de la noche. Y da igual.
Que bella con tus piernas visitas cada rincón de la isla en tu memoria. Y da
igual, los años seca un almanaque. Un amor ausente te viste y miras las olas
como hojarasca de tus recuerdos, de tu hoy. Y da igual. Que bella, te levantas
y vienes a mí y conversamos en las horas muertas de esta soledad. Esta soledad
que nos tiñe de gris, de negras sombras. Y da igual. Que bella te ves , recibes
noticias de un mundo dormido bajo las nieblas del terror. Y da igual, sigues
aquí donde la palabra revive una sonrisa. Que bella eres, con tus años enraizándose
en el amor. Y da igual, el oleaje sabe ti, dejaste la pena en una maleta vagando
por las mareas sin fin. Que bella viene la luna, tan perfecta, con un halo de
flores nuevas besando tuslabios. Y da igual…
La brisa insiste en tildar
las ventanas con su suave soplo. Un ruido casi imperceptible pero sonoro para
aquellos que en el nocturna retumban en sus pensamientos, en una memoria que
recoge cada minúsculo fallo de sus vivencias, ya sea error de ellos, ya sea
voracidad de otros. Observo como esos cuerpos descansan. La luna menguante pisa
con un firmamento estrellado, me pregunto que amarguras sopesan en esas gentes
algunas, tan contradictorias y otras tan seguras en cada aliento que se
endereza en su día a día. Ahora estoy aquí con la brisa que por momentos toca
fuerte, quiere despertar a esas almas ausentes de la mirada, de la escucha, del
habla.
Anne:
Amanece, mi cuerpo
junto a la sonoridad del silencio. Los años pasan. Quizás te haya encontrado
pero cierta incertidumbre me abruma, me escondo en un rincón donde mis artes de
amar no se detecten. Y, sin embargo, amo. La amo desde esta reconditez donde las
secuelas de la existencia aun me dejan respirar.
Espíritu :
No me ves. En qué punto
de tu vida te encuentras. Examino y pienso que te hallas en ese ápice donde te
da todo igual. Un desinterés por las cosas nimias. Has madurado y ya no
necesitas de una mano para levantarte. No obstante sigues en tu búsqueda, en la
inquietud de aves de paraíso volando a ras de las emociones, de cada sensación
cuando alguien de abraza, te besa en tu cuello.
Anne:
Despegarme de la cama
no me cuesta. Me incorporo y sentada medito sobre mí, sobre lo que quiero.
Lenta voy a la cocina. El silencio de estas horas precoces de la mañana me
lleva a una constante revuelta de una canción del despertador. Ahí, viene, con
su canción, con mis sentidos cantando a la vez que el café viene. Sí, viene. Viene
lento, pero viene y tomo de él. Una extraña sensación se incrusta en mi pecho y
mis latidos , pausados, despiertan la necesidad de ser acompañada, amada. Pero
esta nada….
viento
Te abro la ventana con
un toque más arrebatado. Luces a la calle. Te asomas, los pájaros no tienen
ganas hoy de cantar. Quizás, están como tú. En un silencio profundo, en un
aislamiento intocable aunque desees, porque lo deseas que te amen.
Anne:
Recurre a mi mis manos,
me las miro, las palpos y una cierta dejadez pesa ahora en los años. Pero ya no
hay excusas, debo pensar que no es tarde.
Espíritu
Siempre igual, excusas
para no emprender tu vuelo. Anímate mujer. Recorre el universo que hay en ti, el
universo que hay en otros y regocíjate con el arte de amor que no es tarde. Lo
tarde es cuando la muerte venga y seamos otra vez hijo del cosmos. Porqué eso
somos cuando seamos encuentro con nuestro nicho, con nuestras cenizas.
Anne:
Quiero ser ciega.
Quiero ser sorda. Quiero ser muda. Tanta barbarie en este pizco de planeta.
Presiento que algo me rodea, una sombra que me desquita de la pena por un lado
y yo me voy al otro, a este mundo donde las guerras infinitas, donde la
involución de muchos es metralla segura de vidas idas en la violencia y venganza
absoluta. Por mi mente corre un vientre abultado, la tristeza me acoge. El
hambre, la sed y me pregunto el porqué. Y como puede el ser humano en seguir
creyendo en Dioses obsoletos, herméticos. Una respuesta que no es más para
ayudar a la firmeza cuando los estragos sórdidos de los bombardeos, de la
dejadez impera en esos pueblos.
Espíritu:
¿Dónde estás Anne? Te
pierdes en violaciones a la dignidad de otros lugares. Esa dignidad que debe
tener toda persona. Porque somos personas, somos aves que vuelan a ras de
yermas tierras donde el agua vomite sequedad, venenosas batallas sin fin. Déjalo
ya, Anne, no te mortificas, todo seguirá igual y después cuando la muerte venga
, no más que polvo estelar.
Anne:
Siento que las ventanas
se cierran. Siento que las ventanas se abren. Siento su golpeo incesante mientras
me asomo a sentido de la vida. Aquí, quieta, con mi café.
viento
Como viento que soy ,
cierro y abro ventanas. Es hora de despertar Anne y no me refiero a ese
despertar de tus ojos, de tu cuerpo sino del amor. Tienes que enamorarte, hay
una muralla larga…muy larga que bloquea tu corazón y sigues así, en la soltura
de tu callar y conversando sola con tu razón. Y esa razón te aleja, desiste de
intentarlo. Ah, Anne, no te preocupes, algún día caerás en las redes del amor.
Te atrapará y serás hermana de la lluvia. Sí, cantaras bajo la lluvia y le
dirás te quiero. Te imaginas Anne, Anne.
Anne:
Yo Anne he jurado no
enamorarme. Infortunios del ayer me hacen desistir en esa emoción, en la
sensibilidad de ser roce con otra piel. Miro mis manos, mucho han trabajado, siguen
vacías. La gelidez de un aliento llega a mis entrañas y sacudida por este
extraño mundo me alejo, me ausento donde el dolor no tiene cabida.
Espíritu.
Ah, ese dolor Anne. Tan
grave ha sido que te has despedido. Pero atiéndeme, no sabemos lo que ocurrirá en
el transcurso de las jornadas. Solo sabemos del ahora que es ya pasado y el
mañana puede romper todos tus tabiques, todos esos pilares donde habita tu
olvido, el olvido de amar. Anne , querida
Anne, he venido para verte, siempre estoy aquí, pero que tu conciencia me
escuche. Dale una oportunidad a la vida, a la vida en esta tierra hija de
todos. Oh, Anne, querida Anne, refúgiate en unos brazos que de seguro toda irá bien.
Anne, querida Anne, todo irá bien.
Anne:
Y enamorarme de este mundo
que me vio nacer. Este mundo enojado, violento y presa del engaño sin la tregua
de las armas, de la insolidaria matanza de todas aquellas raíces del mismo
árbol. Cada día se extiende más. Escucha, escucha, el gemido de una anciana
cuando ante ella solo hay campos de sangre, de gritos en medio del silencio que
la hacen penar , balancearse en un temblor estático en el paso de los soles, de
las lunas. Y enamorarme con el sustento de una nueva forma de ver, de charla con
mi amada¡ Dónde está¡ El agotamiento señala mis alas, no escucho el trino de
los pájaros y el despertar se ha callado! Y enamorarme de ti, de mí de la
alegría que al unísono apaga las desgracias de este planeta, de azul planeta. Que
se calle ese ruido de la monstruosidad, del apego a los demonios que llevamos
dentro…muy dentro. Luchar y luchar, con mi yo, con todos para lapaz,para el equilibrio en la madre tierra. Por tanto me emancipo de las
grotescas imágenes de la realidad y esbozo un arco iris vital para la existencia.
Miro mis manos, yermas, con la sequedad del dolor, el dolor de esa maleta del
que navega a un destino incierto y muchas veces traidor. El viento ha parado y
una brisa agradable palpa mi tez, la beso. Si besarla como si fuera ella, como
si fuera el lugar de la belleza. Una belleza imperfecta, caminante de la
armonía entre los humanos.
Vienes lenta, con la brisa dando su ultimo aliento a esta
estación veraniega. El calor se arrima, son las primeras horas de un amanecer
donde los pájaros permanecen callados y me llamas. Me llamas con la frágil promesa
de alas partidas en el transcurso de las horas, de los minutos, de los segundos…de
los años. No estás triste. Esa tristeza la has dejado atrás donde tu soledad se
columpia con la edificación de tus raíces más allá de la verticalidad. Y vienes
lenta. Y me miras. Y yo te miro. Y te digo que un mañana se asomará a nuestra
memoria al unísono como eje de una nueva vida. Mientras, estamos aquí ¿Me
hablas? Si te entiendo, un novedoso escenario nos presentara como hija de los
vientos, como hija de los océanos , como hijas de un mundo donde el lamento no
tiene cabida. Se que cuesta creerme. Confía en ti y después en mí. Dame la mano
amor mío y conversemos con los soles, con las lunas que nos despierta esas
sensaciones maravillosas del arte de vivir, del arte de amar. Porque te quiero.
Me callo. No diré tu nombre. No diré donde el querer tiene su bella cuna meciéndose
con ese otoño que llega. Descorro las cortinas. Me asomo al balcón. Un niño
llora, toda la noche. Y no se que porqué intento localizar el llanto prolongado
en la oscura noche. Y no lo encuentro amor…no lo encuentro. Y vienes, procuro
abrazarte en mis pensamientos entretanto el amargo grito del nocturno aviva la
incertidumbre de esta atmósfera que nos envuelve. Pero cuando duermo amor…cuando
duermo y te sueño, la paz y la calma acarician mis sentidos. No obstante, esos
gritos estremecen mi visión de este planeta. Un punto , un epicentro de una
masiva cantidad de niños, de niños en la soledad que da la violencia, el
maltrato, las incompresibles que guerras que desbaratan su mañana. Ay , amor. ¿Qué
cansada estoy y tú, cómo estás? ¿Duermes? Sigue querida amiga, hay que
descansar, hay que reponerse para las sacudidas intermitentes de la existencia.
Yo sigo aquí, donde siempre, escribiendo lo mismo. Tal vez esperándote pero con
la decisión de ser frente al infortunio, a la fortuna de ser hija de la vida,
hija de la alegría. Ahora, todo es silencio. Y en este instante te converso, te
llamo , te siento, te beso.
El secreto. Un secreto donde las
lenguas de las tormentas atravesaban su espalda. Ella y las olas. Las olas y
ellas. Gran cantidad de dinero había pagado para ese viaje de ida, de ida y
posteriormente si las cosas salían bien de vuelta. Una embarcación la dejo a
ella y a otros en una barca donde se estremecía, donde se rompía, donde la
muerte era soga que los acosaba, los perseguía hasta no más que ser espíritus
flotantes en lo profundo y la oscuridad de las mareas. El secreto. Todos
guardaban el secreto, el secreto de un viaje de ida , de la muerte si no
llegaba a la costa. Había dejado todo y sus espaldas presas del vacío, de sus
queridos seres vagaba en sus sentidos para mantener la verticalidad. Una
verticalidad descuidada, una verticalidad rota, una verticalidad de una pena de
la agonía, una verticalidad de otros en la despedida . Un viaje de ida y una
vuelta estática en el naufragio de los sueños. Pero su deseo era verdadero, se sentía
abatida, llena de una esperanza que a veces era ráfaga inestable. Soñaba con
llegar a la costa, iba dejando atrás sus otras ilusiones. Soñaba con sobrevivir.
En su mente una mezcla de sopor y desaliento luchaba con la brutalidad , la
agresividad del mar. Un mar de espíritus flotantes en lo profundo y oscuro que
la llamaban. La llamaban y le decían regresa, regresa…vete de aquí mujer, no es
lugar para ti. La desdicha abogaba en sus cimientos y su mirada firme, neutra
solo era amparada por la mala mar. Atrás había dejado todo. Ese todo que era
ahora la nada. La nada de su vida. La nada de su rutina. La nada de las guerras.
La nada de una tumba que la llamaba. Ella, hermética, era ave que persistía en
su secreto. El secreto de su sueño. Un sueño frenético. Veía ya próxima la
costa. Un halito de esperanza vagaba en sus fatigadas fuerzas y su entereza se
elevó, se levantó donde las caracolas cantan al adiós. Pensamientos inagotables
traía su memoria. Toda una vida.Toda
una vida en la ruta de deseos y en un minúsculo espacio de tiempo se pierden y
las caracolas cantando el adiós . Y ella se durmió. Un letargo acompañado de cetáceos
en su canto de la despedida. Y ella se durmió. Ya era tarde en ese viaje de
ida.