Vienes lenta, con la brisa dando su ultimo aliento a esta
estación veraniega. El calor se arrima, son las primeras horas de un amanecer
donde los pájaros permanecen callados y me llamas. Me llamas con la frágil promesa
de alas partidas en el transcurso de las horas, de los minutos, de los segundos…de
los años. No estás triste. Esa tristeza la has dejado atrás donde tu soledad se
columpia con la edificación de tus raíces más allá de la verticalidad. Y vienes
lenta. Y me miras. Y yo te miro. Y te digo que un mañana se asomará a nuestra
memoria al unísono como eje de una nueva vida. Mientras, estamos aquí ¿Me
hablas? Si te entiendo, un novedoso escenario nos presentara como hija de los
vientos, como hija de los océanos , como hijas de un mundo donde el lamento no
tiene cabida. Se que cuesta creerme. Confía en ti y después en mí. Dame la mano
amor mío y conversemos con los soles, con las lunas que nos despierta esas
sensaciones maravillosas del arte de vivir, del arte de amar. Porque te quiero.
Me callo. No diré tu nombre. No diré donde el querer tiene su bella cuna meciéndose
con ese otoño que llega. Descorro las cortinas. Me asomo al balcón. Un niño
llora, toda la noche. Y no se que porqué intento localizar el llanto prolongado
en la oscura noche. Y no lo encuentro amor…no lo encuentro. Y vienes, procuro
abrazarte en mis pensamientos entretanto el amargo grito del nocturno aviva la
incertidumbre de esta atmósfera que nos envuelve. Pero cuando duermo amor…cuando
duermo y te sueño, la paz y la calma acarician mis sentidos. No obstante, esos
gritos estremecen mi visión de este planeta. Un punto , un epicentro de una
masiva cantidad de niños, de niños en la soledad que da la violencia, el
maltrato, las incompresibles que guerras que desbaratan su mañana. Ay , amor. ¿Qué
cansada estoy y tú, cómo estás? ¿Duermes? Sigue querida amiga, hay que
descansar, hay que reponerse para las sacudidas intermitentes de la existencia.
Yo sigo aquí, donde siempre, escribiendo lo mismo. Tal vez esperándote pero con
la decisión de ser frente al infortunio, a la fortuna de ser hija de la vida,
hija de la alegría. Ahora, todo es silencio. Y en este instante te converso, te
llamo , te siento, te beso.
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