viernes, septiembre 29, 2017

Dormía

Dormía
En los espectros de los astros.
Soñaba
En los frágiles huesos
De la humanidad.
Te llamaba, incesantemente
Ante los vientres idos
Azotados por la desidia.
Murallas de cristales rotos
Los abandonan en el vacío.
Dormía
El rumiar de una ola
Despistaba la inquietud.
Soñaba
Tonadas alegres de esperanza y paz.
Te llamaba, te llamaba
Bajo blancos sudores
De un nuevo arco iris,
De palomas huídas
En campos yertos de fertilidad,
De humanidad.

martes, septiembre 26, 2017

la noche

La noche con la media luna distante llegaba, parecía mecer los sueños utópicos que todo humano disemina a ras del cansancio. Pero no, no todos duermen. Septiembre enaltecido por el calor tardío viene a complacer los danzantes en el derredor de hogueras sedientas de paz. Se desnudan en la orilla de una playa donde el ronroneo de las olas es sutil, solo percibido quien ama al gran y bello océano. Toman sus antorchas e ingieren del aliento nocturno el sudor para continuar con el ritmo cierto y puro de los corazones colgantes en la verdad. Llaman al humo, que ascendente, es olor que los impregna de fuerza. Y sigue la danza, unen sus manos castigadas por la humedad, castigadas por el trabajosa jornada para llegar a su fin. Deseos vuelan a ras de sus ojos, abiertos, alegres en la reunión del sueño. Y sigue la danza con manos unidas que se  mezcla con el humo y desaparecen.  Luz en el aire  transportándose a la catedral del universo. Se hace silencio, se para la danza y las manos homogéneamente son transferencia del benevolente vuelo de las emociones. Así, cada noche cuando la luna menguante es pulso de la sombra que amarra las vidas  en la felicidad. 

domingo, septiembre 24, 2017

Cuerpos...

Los cuerpos huyen como si el demonio los quisiera tragar.  La peste de las llamaradas han llegado al monte. Un monte donde la pinocha hace que se encrudezca más y más. Vacas, cabras, gallinas, perros pintados de un negro muerte, tiesos, estáticos ante el miedo impredecible del error humano. Esto no se acaba, desesperados, lamiendo el ahogamiento la fuga se hace mortal. Y sigue y sigue ese veneno alentado por un viento calcinando puertas, techos. Sus estragos aberrantes penetran por cualquier orificio. No, no hay escapatoria. Cenizas y un quejido agónico comanda esta tierra.  Oraciones, rosarios, dioses abarcan el grito enramado en los presentes. Un grito de llanto, del penar ahora por largo años ¡El monte arde¡ y ahí viene el potente dios de la lluvia…¿qué hacías escondido? Se pregunta los desparramados en el dolor, en el miedo. Almas sumisa en un ruego, en un sudor del inframundo agotando sus fuerzas, su ánimo ante los colmillos de un hedor insoportable. Sobre sus memorias vagará perpetuamente este sufrimiento, este alocado fuego que no responde a sus súplicas ¡detente¡ Y llueve, y el ser humano auxilia a quien puede, a cada esperanza de vida para el continuar del mañana. 

sábado, septiembre 23, 2017

Todavía...

Plumas sombras de un arco iris
Navegantes de un negro cosmos.
Todavía queda el cansar
Bajo los reflujos de una luna llena.
Todavía queda la pena
Mediadora del sudor marino
De alas idas.
Todavía queda tu belleza

En los sentidos de la existencia. 

El árbol...

Arrimados bajo un viejo árbol que en su esbeltez resalta las leyendas pasadas, de siglos que se han posado en su sombra. Antes, árbol de la vida, cuando el pueblo lo veneraba. Ahora, como que se han olvidado en sus hazañas en la sanación. Es la muerte, la muerte de la curandera de la cueva, allá, en lo alto de la cumbre junto a un roque vigilante de la totalidad de la isla. Ellos lo miran, observan como su savia aún latente hace un recorrido por las vidas de aquellas gentes del lugar cuando la campana anunciaba la proximidad del vacío de unos ojos. Y curaba, no sé si por creencia certera o por que el viajo árbol ante las oraciones de la vieja de la cumbre atendía a su magia. Ellos no tienen que decir solo y nada más, solo que la celeridad de las jornadas nos hacen olvidar ¡Ah¡ pero ellos han recordado ¿Quién los ha invitado al resurgimiento de su entereza? Seguro que algún anciano pastor del lugar, digo, todavía enamorado de su belleza, del ayer, del recuerdo atrapando sus manos para indicarles a ellos donde se halla el árbol de la vida.

miércoles, septiembre 20, 2017

No , no estoy penando. Mis lágrimas soplan cuando la nada de tu aliento ha llegado. No te pregunto el por qué , no ahora, en estos instantes, cuando la belleza intacta en el tiempo se mece con los pinares. No te pregunto qué haces aquí. Me da lo mismo…no sé si eres ira demoniaca del delirio o colmillos salvajes de la naturaleza. La desolación abriga los ojos…miran la fiereza con que ardes sus techos. Aún así siento frío, metal hermético envolviéndonos en la amarga esperanza. Míranos caemos en fosas de cenizas donde el daño, la pena se nutre de desidia. Por qué no te vas….aquí no tienes nada que hacer, que decir solo la cruel llamarada de los vientos de la cumbre. Nuestro pueblo, nuestros montes calmos, apacibles ahora oscuros, negros en el caminar de las horas. Eres un desgraciado, incoherente, desquiciado, grotesco. No, no te voy a preguntar. Eres la muerte. Una muerte escalando los vientres compungidos, temblorosos ante tu nefasta presencia.  


domingo, septiembre 17, 2017

Lirios...

Un lirio, dos lirios, tres lirios….ya no sé cuantos lirios pegaban en mi puerta cada vez que iba cuando el timbre sonaba. La nada cercaba mis dudas. Todos los días cuando el despertar me embriagaba de un sueño pasado sonaba y yo somnolienta iba a la puerta. La abría sin mirar quien y estaba el lirio. No sé a qué se refería esta existencia incierta con poner esa flor para mi despertar cuando las primeras filigranas solares incidían en mi ventana. Me asomaba con la avidez del interrogante al balcón, un balcón de geranios rojos, blancos…, y se hacia el vacío y me condicionaba más a la duda.  Sería la memoria de algún amor, de alguna amistad ausente en los años, en el paso de los años. Cogía al lirio y lo mecía en mi pecho, mi pecho desnudo ante la amplitud del bochorno de las jornadas veraniegas. Un día, no recuerdo bien, un lirio negro apareció en mi puerta, no habían tocado. Iba yo a salir, a absorber de la atmósfera que envolvía esta ciudad. Extraño…muy extraño. Cuando caminaba por las aceras gastadas y sucias un cuervo se poso en mi hombro. No sé…no sé si el miedo hizo temblar mis pilares o el asombro conquistaba estremeciendo todos en mis sentidos. Calles solidarias, era temprano, sombreando un auto fúnebre en dirección al cementerio más próximo ¿Quién será? ¿Quién será? El cuervo, el lirio negro, el sonido inexistente de mi puerta me hacía temer, me provocaba un verdadero delirio de que tal vez aquel féretro en su auto fúnebre no más que fuera lirios, una esperanza ida, una muerte precoz de ojos desconocidos. Ahora era el nada más, se callaron los lirios, se eclipsaron esas búsquedas de cada mañana allá en el balcón donde geranios rojos, blancos me acompañaban.

miércoles, septiembre 13, 2017

la nada, el todo...


La nada.
El todo.
Espectros desvanecidos
Ante el vasto océano.
Réquiem al vacío
De aquellas huellas ensoñadas
Para el atardecer
Bajo caracolas mágicas
Del canto a la vida.
La nada.
El todo.
Mareas insondables
En el chillido grotesco
De cuerpos tras la ventura
De los sentidos.
Ahí están, salpicando de cenizas
Sus inagotables anhelos.
La nada.
El todo.
Perdurable lucha,
Inacabable deseo,
En el erguir de las manos
Bajo sombras calmas, calladas
De la brisa afortunada.
La nada.
El todo.
Basta de la huída tormentosa
De los alados sueños
En los violines rotos
De las tierras donde el mal
Iza sus colmillos sedientos.
La nada.
El todo…


martes, septiembre 12, 2017

Tu madre

Llegas en la noche más oscuras donde los nubarrones se han ido. Ahora, estrellas consolando el abatido andar de tu cavilar. Un pensamiento resacado en la verdad del ayer. Pero aquí estás, callado. Examinando lo de tu derredor como frontera tangible a tus deseos. Avanzas, lento, con tu cuerpo eco de tu yo. Ojeras invisibles bajo la vestimenta de un arco iris que te hace sonreír. Vienes, por el camino de los puentes de los sueños para quedarte, aquí, en la isla. Ya ves, nada ha cambiado, solo la celeridad de nuestras pisadas detrás de murallones que ya no permite la ensoñación. Pero, vienes, bajo la techumbre de la existencia. Estás cansado de nutrirte de atmósferas austeras, de un ambiente donde tus manos se tornan al dolor, al desuso de lo que te motiva. No te diré nada, solo, bienvenido donde los ojos te vieron nacer. Sí, yo, tu madre. Anhelaba tanto este momento. Espero que no sea fugaz. Vivamos aunque yo ya soy vieja en la memoria del hoy el abrazo, lo exquisito de la vida. Yo, tu madre, manos desencajadas en la suavidad, pero aun así tersas para ti. Sí, para ti. Latidos enérgicos perdurables en el tiempo. No quiero que me cuentes nada…para qué. Siempre igual, cruce de miradas nutridas en los astros que ahora nos alumbra. Anda, vete a descansar, ya es tarde. No, no puedo remediar el dictar estas palabras sobre ti. Sí, yo, tu madre. 

sábado, septiembre 09, 2017

el bosque...

Un bosque. Un follaje incesante en el coraje de la madre tierra. Una mirada perdida. Emotiva cascada surgiendo de la nada. Solo. Pasos. Prósperos pensamientos disipados cuando el sol conmueve sus pupilas. Una sombra, su sombra y la tierra hermana del frescor de las aves que por allí se columpian. Solo. Pasos. Autónomo es cierto desnudo con sus raíces. Ahí están, enterradas en la perseverancia, en el deseo, en los sueños cuyas singladuras se acuestan en el alba. El bosque, oquedad de la fuga de los sentidos arrítmicos a canto bello y triste de las ramas cuando la brisa mece la noche.        Solo. Pasos y la luminosidad de su pulso cuando de los árboles viejos caídos se sienta y mira más allá de las copas.  Inspirar y espirar, espirar e inspirar en el suceso de un suspiro que lo envuelve en amor. Se recoge en sí mismo y una lágrima recorre su mejilla en el silencio de su yo. Solo. Pasos. Puede ser el no retornar donde la ciudad es saqueada por las retorcidas almas del mal. La huída. La fuga donde lo lindo y lo casi perfecto insuflan su vuelo. Y volar y volar. Cada vez más alto. El bosque. Solo. Pasos. Sobre un mar verde se mueve ahora a medida que el ritmo de sus ojos se cierran en un dormitar en nubes de acuarelas, de pianos flotantes a través del tiempo…

miércoles, septiembre 06, 2017

el espejo

Un encuentro tras el espejo de un alma que en su reboso despierta sensatez por un lado y una nube oscuro por otro.  El quiere acariciar esa sombra negra que la acosa, que la persigue en cada pensamiento, en cada sensación cuando se sienta frente…si, frente a ese espejo. Le pregunta que tal estás y ella calla. Se recoge en sus piernas y hunde su rostro entre las rodillas. El no sabe si llora o se resigna. Solo que ese espejo sigue ahí, frente a ella. Le ofrece su mano, su mano bruta tras los vendavales de la vida, tras la lucha por una nueva luz que lo alce hasta ella. Ella, tan lejana…tan ausente. Se calma y la deja en su silencio, en ese andar por sus entrañas con el latido perpetuo del ayer. Ya se le pasará, se dice. Lo cotidiano se vuelve a veces áspero, usurero del respirar del hoy. Se va, se marcha con hombros caídos por las calles vacías de una noche húmeda, pesada. Ella levanta la cabeza, una lágrima ya ida cae al suelo. Mira y mira, le da la espalda el espejo y ante sus ojos una pequeña ciudad donde impera grises techos y la ida de él. Se yergue, abre la ventana y grita su nombre. El se da la vuelta. Ojos que toman contacto con el dulce aroma de la amistad, de un amor sincero. El vuelve, a medida que sus pasos se aproximan a la casa va desapareciendo. Cuando llega a la puerta ya no es, solo, eco de la sensatez, del presente. 

lunes, septiembre 04, 2017

Huellas.-.

Huellas.
El lamer de las olas.
Verde mirada
Búsqueda del callar.
Pasos.
Remotos sueños
Abrazados al ronroneo

De gato verde. 

sábado, septiembre 02, 2017

LA, LA, LA...

La…la, la, la fluye en la inconsciencia de los sentidos arrimados a las huellas de una tarde húmeda, apática que se va. Adiós, le digo. Yo sigo con mi la, la, la sepultando restos de un poema amargo, agrio para el reverder de su mirada ¡Qué suene la música¡ ¡Alegría a los desnudos vientres que danzan en las remotas grutas del descanso¡ Las estrellas ya embriagan a este planeta mal usado, asentimos y nos revolvemos bajo la pesadez de un pensamiento. La…la, la, la, ahora no, espérate un poquito, un tiempo donde la sonrisa sea brío de la esperanza como brutal explosión de manos que andan, de manos que se acarician en la inquietud de los misterios, de los secretos de la eterna felicidad. La, la, la…todavía estoy aquí en el sutil aliento de una atmósfera que me envuelve para los pasos del mañana ¿Qué será? ¿Qué será? Un pájaro azul se columpia en las manos, esas manos arropadas de la fértil tonada de amor, del querer trepar en las arboledas lejanas y viejas de sabiduría. La, la,la…¡qué suene la música¡ Amante en las orillas verticales de las cartas ausentes ¿Qué será? ¿Qué será? Años fugaces en la nave de la espera. No quiero oír llantos, ni gritos. Ahora no, en estos momentos donde el solaz de la memoria se alza por los caminos exuberantes de unas notas. La, la, la…