martes, septiembre 26, 2017

la noche

La noche con la media luna distante llegaba, parecía mecer los sueños utópicos que todo humano disemina a ras del cansancio. Pero no, no todos duermen. Septiembre enaltecido por el calor tardío viene a complacer los danzantes en el derredor de hogueras sedientas de paz. Se desnudan en la orilla de una playa donde el ronroneo de las olas es sutil, solo percibido quien ama al gran y bello océano. Toman sus antorchas e ingieren del aliento nocturno el sudor para continuar con el ritmo cierto y puro de los corazones colgantes en la verdad. Llaman al humo, que ascendente, es olor que los impregna de fuerza. Y sigue la danza, unen sus manos castigadas por la humedad, castigadas por el trabajosa jornada para llegar a su fin. Deseos vuelan a ras de sus ojos, abiertos, alegres en la reunión del sueño. Y sigue la danza con manos unidas que se  mezcla con el humo y desaparecen.  Luz en el aire  transportándose a la catedral del universo. Se hace silencio, se para la danza y las manos homogéneamente son transferencia del benevolente vuelo de las emociones. Así, cada noche cuando la luna menguante es pulso de la sombra que amarra las vidas  en la felicidad. 

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