sábado, septiembre 23, 2017

El árbol...

Arrimados bajo un viejo árbol que en su esbeltez resalta las leyendas pasadas, de siglos que se han posado en su sombra. Antes, árbol de la vida, cuando el pueblo lo veneraba. Ahora, como que se han olvidado en sus hazañas en la sanación. Es la muerte, la muerte de la curandera de la cueva, allá, en lo alto de la cumbre junto a un roque vigilante de la totalidad de la isla. Ellos lo miran, observan como su savia aún latente hace un recorrido por las vidas de aquellas gentes del lugar cuando la campana anunciaba la proximidad del vacío de unos ojos. Y curaba, no sé si por creencia certera o por que el viajo árbol ante las oraciones de la vieja de la cumbre atendía a su magia. Ellos no tienen que decir solo y nada más, solo que la celeridad de las jornadas nos hacen olvidar ¡Ah¡ pero ellos han recordado ¿Quién los ha invitado al resurgimiento de su entereza? Seguro que algún anciano pastor del lugar, digo, todavía enamorado de su belleza, del ayer, del recuerdo atrapando sus manos para indicarles a ellos donde se halla el árbol de la vida.

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