miércoles, septiembre 20, 2017

No , no estoy penando. Mis lágrimas soplan cuando la nada de tu aliento ha llegado. No te pregunto el por qué , no ahora, en estos instantes, cuando la belleza intacta en el tiempo se mece con los pinares. No te pregunto qué haces aquí. Me da lo mismo…no sé si eres ira demoniaca del delirio o colmillos salvajes de la naturaleza. La desolación abriga los ojos…miran la fiereza con que ardes sus techos. Aún así siento frío, metal hermético envolviéndonos en la amarga esperanza. Míranos caemos en fosas de cenizas donde el daño, la pena se nutre de desidia. Por qué no te vas….aquí no tienes nada que hacer, que decir solo la cruel llamarada de los vientos de la cumbre. Nuestro pueblo, nuestros montes calmos, apacibles ahora oscuros, negros en el caminar de las horas. Eres un desgraciado, incoherente, desquiciado, grotesco. No, no te voy a preguntar. Eres la muerte. Una muerte escalando los vientres compungidos, temblorosos ante tu nefasta presencia.  


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