Aquí, donde las ramas sacuden los
cantos del alba. Nos escurrimos bajo sábanas de algodón en el empeño de una
memoria embarazada de los ojos, fijos , en el techo blanco. Me acojo a la
sensibilidad, a la fragilidad de batallas perdidas y como ola de mareas
insomnes evoco el despertar. Y despierto donde la sonoridad de un espejo
pregunta por mis ojos, caídos, ojerosos. Los años se embarcan en el desafío de
la paz, de una calma que reviente el caos, el ruido. Y , aquí estoy, pensando
en el vacío de mis manos, en mis espaldas cansadas, en mi mirada retratada en
el vuelo de un ave.
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