viernes, mayo 31, 2019

Ella despertaba...


Ella despertaba en su habitualidad donde los crepúsculo de la mañana le daba un aliento de alegría. Se encogía en sus hombros y cuidadosamente cogía el periódico del día anterior, del año anterior, de las estaciones anteriores. Ella despertaba y en sus ojos azules la templanza para afrontar una nueva jornada. Cogía cada página de los periódicos y las comparaba, las hacía suyas y en sus pensamientos la recaída de lo mismo. Todo seguía igual.  Según el día escogía una noticia de cierta página y las doblaba y las desdoblabas y las leía una a una y las volvía a leer. Las mismas noticias en el aumento de los años. Entonces, ella, que despertaba de su ensueño se decía qué horror, continuamos en misma época pero con disfraces distintos. Ella despertaba se enjuagaba los ojos con agua fresca y retenía en su mente cada suceso, cada evento repetitivo a lo largo de los siglos. Pues sí, los tres siglos que habían pasado de la existencia de ese periódico, de cualquier otro periódico, sea más o menos, pero las noticias eran las mismas. Ella despertaba en lo cotidiano, se tomaba su café y con sus ojos saboreados por la brisa matutina escrutaba esos  papeles reciclados, de olor a imprenta donde la tinta aún se conservaba. Qué si una muerte, qué si una guerra, qué si una injusticia, qué si un atentado, que sí infinidades de noticias que eran las mismas en el transcurso del tiempo. Las mismas pero en lugares de este planeta distintos. Ella despertaba habría la ventana y un océano la embarca a en un meditar que concluía en el absurdo, qué absurdo somos.  Somos ecos de nuestros pasados, de nuestro presente y un eco de basura interestelar que dejamos. Ella despertaba y con su manía de leer el periódico se perdía en las sombras de este planeta, despechado, descuidado, sucio. Sin embargo, ella, despertaba e iba al encuentro de las maravillas que aun quedaban intactas en el paso de las horas, de los minutos, de los segundos, de los siglos. Y pensaba, estamos entrando en una nueva era donde tendremos que adaptarnos en esta delirante tierra. Porqué si, porqué ella despertaba y razonaba todo eso mientras su sonrisa regaba un rosal pequeño posado en su ventana mirando al mar.

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