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Me han llamado. Sí, me han llamado
a media mañana y era ella, la enfermera. Una conversación amena y como si
fuéramos amigas de toda la vida me invitó al sosiego, a la armonía evocadora
del triunfo. Me ha llamado y me ha dicho que está tarde está la visita
concertada con él, con mi hijo. Sí, mi hijo. Hijo solo de sangre, de venas que
penetran en mi vientre y me hace columpiarme en la alegría. He pedido permiso
para salir antes, para arreglar el lugar que me alojo y me marcho del trabajo.
Una lluvia fina escarba en mi cabeza, en mis hombros pero me es igual. Hoy lo
conoceré después de veinte años. Qué decirle, ya no soy su madre, solo un
estómago vacío donde el ayer albergo su cuerpo, solo su cuerpo ¿Cómo será? La
enfermera me ha dicho que el muchacho esperaba este momento, que está preparado. En dirección noreste , en la
cumbre el humo no deja de estrangular el aire. Huele azufre, huele a un magma
venturoso de los mares, como yo pensaba. La población no está en peligro, es un
espectáculo digno de observar, de examinar. Solo más gases a esta atmósfera
asfixiada. Voy con prisas, con el apuro de verlo, con el apuro de que todo esté
perfecto, con el apuro de que no sienta vergüenza de mí, no más que eso. No sé
cómo lo habrán educado, no sé de sus pensamientos pero podré explicarme, podré
pedir perdón….Sí, perdón, que él no tiene la culpa de nada. La lluvia se intensifica,
bien, así limpiara este ambiente que nos alberga. Estoy empapada, estoy
tiritando pero mis piernas no se detienen, se mezcla todo con el sudor. Ya en la pensión coloco, descoloco, ordeno,
desordeno. No sé, creo que ya está todo correcto, qué más da. Todo se queda
así. Cierro la ventana, la helada comienza, está granizando, espero que no sea
impedimento para que venga….para que venga. Miro detrás del cristal y ante la
granizada pasada la gente sale, veo pasar figuras extrañas, desconocidas ¿Quién
será? , me pregunto repetidas veces. Mis ojos buscan su olor, mis ojos buscan
un presentimiento, bueno, mis ojos buscan sus formas, mis ojos buscan algo y
solo hallo personas de todas las edades que vienen y que van. Me afianzo en el
horizonte y el humo por un pequeño instante calla y el parque se muestra bajo
este cielo marrón triste ¡No¡ no quiero que me contagie, intento desviar la
mirada pero sigo ahí, en el parque , con su vieja masa arbórea, con su pena.
Está solo como yo. Pero es una soledad refrescante, tal vez en esta tarde donde
lo espero, tal vez en esta tarde gris, todo tome vida, todo tome los
singladuras de una luz que nos lleve a la cima de la felicidad...
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