sábado, abril 12, 2014

Es oscuro...

Es oscuro el surcar donde las ventoleras raja tu rostro y después desnuda eres ave malherida que invoca a la vida. Cual fue el fallo se pregunta ella. Ella que entre la duda y la penumbra anda perdida de esquina en esquina al encuentro de un halito de ese jugo que evapore su pena. Pero hay penas y penas. Hay heridas y heridas. Penas y heridas que nos hacen recogernos en el pensamiento de la impotencia. Por qué no habré…se pregunta. Tantas calamidades rondan sobre ella que a veces siente ganas de ser hija de acantilados. Acantilados que desquebrajan cada llaga, cada llanto, cada recuerdo que se cierne sobre ella. El viento norte llega. Unas nubes cenizas cubre el firmamento y el crepúsculo se transforma en un telón que ella tiene que desvelar. Qué habrá detrás. No sabe. Muñecas colgantes zanjadas a la vida. Sangre que corre por los espacios inaccesibles de las creencias. Se alza y con su verdad, con su ser desgajado, desgarrado vuela. Si vuela hacia esos rincones donde la luz no incida sobre las secuelas de su recorrido por esta tierra extraña. Un ataúd censurará el daño, ese daño que como rastrojos sube, trepa, escala por sus entrañas. Por qué no…se pregunta ella. 

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