lunes, noviembre 17, 2014

Te has levantado...

Te has levantado con la pesadez de áncoras oxidadas abandonando tu garganta. Te elevas por una mar donde las gaviotas plateadas anuncian vientos nuevos, vientos que te llevarán y traerán al ritmo de los dioses por los dominios de la serenidad. “Sopla, sopla. Ven hasta mi y desarma todo esta amargura que pesa sobre mis sienes, sobre mis espaldas”, dices.  Y viene, sopla el viento norte con sus lluvias, con sus brumas eclipsando en ti esas ganas de andar en penas. Como  sobrevives…Te admiro. Creas cierto magnetismo que sobrecoge mi corazón en el estallido de silvestres flores alegres. Sí, flores y más flores. De todos los colores. Circulas como ángel de alas blancas que rememora cada instante de una felicidad, esa felicidad puntual que tenemos en el curso sinuoso de nuestra vida. Ahora vienes. Si. Aquí. Conmigo, con los brazos abiertos y el palpitar insepulto del abrazo. 

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