¿Atravesaste el
espejo? Creo que sí. No he recibido noticias tuyas desde entonces. Frente al
espejo donde la belleza decae o se enaltece con el paso de los años estoy.
Intento introducirme a través de él pero no puedo. Tal vez no he sido honesta
consigo misma…será eso. Dame aviso de donde andas. Yo aquí ante el espejo
observando cómo mis canas se agarran de mi garganta y me asfixia. Te imagino
sobre una yegua salvaje corriendo y corriendo sobre hierbas que enredan en cada
rubor que dejas detrás. Feliz. Conforme.
Arboledas bajo una bóveda celeste contaminando tu entusiasmo en el resonar de
cascadas donde te saciaras. Yo no puedo. No sé, ese mundo en que te mueves creo
que me pertenece, que no acepta las pisadas melancólicas de astros dando lumbre
a mis ojos blancos. Sí, blancos. Ya no pertenezco a la plenitud vida. Cansada,
con alas que agreden sin plumas mis espaldas ¿Tanto peso hay? Si, ya veo que
sí. Pero tu, dichosa, has atravesado el espejo. Te has mirado y una bella
mariposa se ha posado sobre tu hombro. Has caminado veloz hacia ella y ahí estás,
detrás del espejo, en un ambiente donde los sonoros arcos iris son orquesta alegre de tus pensamientos. Pero aún no te lo he dicho, me he despistado…espérame.
Ando tejiendo un traje de lunas lindas que quizás me permita llegar hasta ti. Sí,
son bonitas. Lunas con todo el color del placer, de los deseos…
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