Amanece. Sí, amanece en los
caminos de los ojos cuando el horizonte los impregna de un lento
despertar. Fija, estática, mira la nueva
tonada del día que se engendra en las vertientes nortes del viento. Sí, un
cierto viento que le arrebata la pesadez de su espalda. Rocas inmunes rozando
su piel y el océano….Ante el parece pardela matutina en busca de su presa
cuando aun la ciudad está adormilada. Amanece. Sí, amanece, el mundo gira en la
confusión del que sí, del que no de un mañana seguro. El miedo se vertebra a
veces en lenguas mezquinas arremetiendo con la existencia después de la
frontera. Todo es cambio, todo es metamorfosis, una dimensión que nos lleva a
la aceptación de lo que viene. Amanece. Sí, amanece y estamos en la profundidad
de una nueva atmosfera, de nuevas gentes andando a ras de las aceras, sosas,
apagadas. Todo hay que vivirlo y aceptarlo, pieles distintas, pensamientos
distintos, tiempo distintos que se
aunarán para la reestructuración de un mundo nuevo. Amanece. Sí, amanece y no
estoy penando, estoy en plena acogida de mis ojos cuando el horizonte los
embellece del ronroneo de las olas. Inspiro y espiro…espiro e inspiro y todo es
calma y todo rejuvenece en mi andar pausado. El viento norte ¡el viento norte¡
tira de mi empujándome a continuar. Todo
hay que aceptarlo. Amanece. Sí, amanece en los caminos de los ojos cuando
distintas culturas son horizonte de nuestro hoy, de nuestro mañana. Un mañana
tan simple con tomar de las manos de los hijos, de las hijas de la tierra.
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