Estamos aquí, en la tierra. Un
lugar donde la vida es posible o imposible. El agua escasea, el agua crea
guerras infinitas en las corrientes de los harapos de nuestras ideas. Miramos
el cielo, un azul añil baña nuestro escudo y es tan perfecto y es tan bello…que
nos hacemos perezosos para contemplar la realidad. No hay agua, los campos en
su soledad se queman de sed, las gargantas son oprimidas por el desgarro de la
falta de agua. El mar está contaminado y los cetáceos no cantan. Estamos aquí,
en la tierra. La estación está preparada , unos pocos seremos exploradores de
es cosmos salvaje donde la existencia corre peligro. Nos embarcamos, en
nuestras naves, corre el siglo 25 y aun así seguimos mirando el cielo, con su
azul añil. El eje de la tierra se ha desviado posiblemente provocando en mezcla
con el efecto invernadero y nuestra dejadez incontables avalanchas de
inclemencias terroríficas a nuestro planeta. Estamos esperando, un viaje donde
vagaremos más allá de este cielo de azul añil que nos protege. Expectativos
vemos como nuestros navegantes del universo despegan. Convencidos de que
llegarán al planeta Flabes donde se espera que se un bálsamo de tranquilidad
para nuestro mañana ¡Uhm¡ Qué será…qué será de nuestro mañana, de unos pocos! En flabes se supone que hay agua, agua pura. Y
ahora , en este instante que han partido me pregunto del futuro de nuestras
generaciones venideras. Flabes se encuentra en el cinturón de Kuiper. Los peligros
abundan debido a la basura estelar. Pero confío en que llegarán y traerán
buenas noticias. Flabes. Muchos años luz y llegarán y traerán gratas noticias. Solo
hay un inconveniente, que este poblado. No sabemos nada de él. Llegan ondas de radio,
pero es difícil descifrar la realidad. Nosotros que estamos aquí, en la tierra.
Que no más somos una partícula dentro de una galaxia, en los brazos de una
espiral que se vuelve imponente , gigantesca y casi inasimilable a nosotros. Y
llegaremos a Flabes. La tierra está en la desesperación. Y después qué. El
cielo, con su azul añil nos muestra que esta es nuestra casa y teníamos que
cuidarla. Solo, unos pocos podrán viajar allí. Aquí seguirán las guerras, las
batallas con un velo de metrallas, gases virulentos asesinando la vida, la atmósfera.
Es un viaje peligroso. Es un viaje donde los pensamientos recalcan nuestro
error. Es un viaje donde la pena te hace cerrar los ojos y caer en el sentido
de este mundo. Miramos al cielo, un azul añil nos presente que aun hay esperanza.
Estamos aquí, en la tierra. Y otros pensamos como descontaminar esta agua, como
hacerla derecho universal para todos los habitantes de este lugar. El dióxido de
titanio a lo mejor es nuestra salvación. Pero nos empecinamos, nos empecinamos
en irnos y ello solo para unos pocos. Vivimos aquí, en el planeta tierra, un
cielo de azul añil nos mira, nos aconseja que la amemos como raíces de nuestras
singladuras. Y pienso que todo es posible, que todo puede cambiar y que todo
cambia. Se ha perdido la señal con los exploradores a Flabes y nos sentimos
decaer. Las jornadas pasaran y volveremos a tener noticias de ellos. De ellos,
en ese espacio misterioso de la vía láctea. Salvar nuestra madre, que de sus
fuentes aflore un agua limpia, pura, cristalina. Y porqué no. Aquí la tierra,
con un cielo de azul añil proclamando los deseos , los sueños.
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