Cierto es que los árboles hablan
Palabras al viento
Donde las almas invertidas a las miradas escuchan
Cierto es que los mares cantan
Con lo homogénea de su verticalidad a las vidas perdidas.
Cierto es que estoy aquí, pensándote, amándote
Donde la pena es temblor enraizado en las grutas difusas de
la noche.
Cierto es que lo callado de estas paredes, blancas
Equilibran los sentidos irguiéndose donde las lunas besan la
desnudez.
Cierto es que admiro la levedad de un abrazo, de un saludo,
de un guiño
Donde los riscos anuncian mi descalzado espíritu.
Una sombra tiñe mis ojos
Cierto aroma perenne absorbe mi garganta rota
Despierto, abro los ojos, revientan las flores
Un piano se pierde en la nada
Y cierto es que el murmullo de la llovizna oscurece mis
pisadas.
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