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Una amenaza se cierne sobre mis
espaldas, no la veo, la percibo. Llamadas inconclusas del aullido de tu bien
querida perrita. Yo aquí, en esta habitación de paredes blancas y suelo gris.
Tu respiración toma una pausa para luego incorporarte a la existencia, dolorosa.
Y desde aquí , frente a ti, te hablo en el silencio contenido de mis lágrimas. El
humano goza de un gen del mal que no logramos ver solo, con sus actos desparraman
más agonía e impotencia en la continuidad de los días, de las noches. Me es
indiferente. Ahora, aquí, contigo , con mi mano agarrada a la tuya devastando
toda pena, todo dolor que se concreta en tu mirada donde expresa el
desequilibrio de tus cimientos. Estás agotada. Estás desesperada. Estás
desnutrida de fuerza. Y sigues, perdida en ese submundo injusto, Abominable
donde las almas caen presas del pánico, del llanto, del sufrimiento. Razono, lo
aborrecible se incrusta en mis entrañas y una real amargura y rechazo sacude
mis sentidos. Hemos entrado en una atmósfera donde el odio, los celos, la envidia
y el mortificar por mortifica se hace tortura evidente, verdadera. No lo
podemos calificar de humano a quien estragos y mal hace. Yo aquí, en esta
habitación de paredes blancas y suelo gris. El rumor de los años se estrecha y
te hablo y me hablo. Una conversación pura donde no importa todo lo demás. Tu perrita
aúlla, rompiendo todos los pilares de las ganas. Y ella es buena madre…muy
buena. Te echa de menos. No soporta este anquilosamiento de tu camino, se le
hace difícil y la respeto. Tu ventana da al mar, me asomo. La mala mar se aviva
en la jornada del hoy. Un viento soez relampaguea en mi cara. Me calmo y te
observo. La herida no deja de supurar. Te echo de menos. Cuando me asomo bajo
nuestro techo un resonar de vacío, de la nada rompe, estruja mi verticalidad ,
parezco caer y no caigo. Me alzo y miro cara a car esta vida del polvo
interestelar. Allí volvemos, no hay remedio. Más tarde, más temprano todos nos
reuniremos donde los cipreses dan sombra a mirlos y cuervos. Más tarde, más
temprano todo quedará en su lugar. Ese lugar donde lo justo soplará en
dirección contraria a sus movimientos, a sus pensamientos deficientes. A todo
esto, ella está bien, come y sale de paseo con su gracia. En estos momentos brota
un beso, de ti no hay respuestas y sin embargo, estás ahí, postrada en una
cama. Paredes blanca. Suelo gris. Es hora de comer y comes. Es la única reacción
visible que puedo comprobar. Y se que me sientes. Tu entendimiento es aun
vital. Consagro estos días a ti, me encomiendo a tu aliento, a tu mano. Aprieta
fuerte. Muy fuerte somos, barremos todo mal los cúmulos de las malas lenguas,
de la mala fe. Aquí, estamos. Tu y yo. Yo y tú. Esperamos con el viento sur la
despedida. Una despedida conversando con el placer de tu mano, mi mano. Mi mano
, tu mano. Paredes blancas. Suelo gris. El callar por un instante emerge en mi
razón y te sigo observando. El trafico de los sueños emergen en mi empuje de
que te recuperes. Otra vida, otro destino se posiciona entre nosotras y tu
adiós alargado en la nada coherente con una despedida nos absuelve de todo malestar
y la noche llega y yo me voy, tu te quedas en esta habitación de paredes
blancas y suelo gris. Hasta luego, te digo.
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