Aquí estamos donde las islas ovacionan a las mareas
inmortales en el transcurso del despertar. Nos comprometemos con alistarnos en
los caminos de la paz con la sostenida armonía conversando con los astros. Un
amanecer se vierto lento, broncíneo con el halago de una brisa suave que calma
las gargantas secas. Mis manos , tus manos, nuestras manos son el sonido de la
palabra muda, de la calma retratada más allá de las olas. Y sonreímos, mientras
una pardela gime a lo lejos entre los acantilados del silencio. Aquí estamos
donde los brazos se extiende en el angosto pasillo de una nueva jornada,
libres.
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