sábado, marzo 12, 2016

Callados...

Callados. Espacio intangible donde espejos reflejan el eco interior. Nos arrugamos al ritmo de los días, de las horas, de las estaciones permaneciendo intacto el beso que toma vuelo en los sueños. Sí, estamos callados. Heridas en la vertiente de nuestro vientre, no se irán, mientras alzamos nuestros cuerpos en la algidez de un sol que viene, nos entregamos a su pasión por la calidez de nuestros miradas. No sabemos a veces si llorar o reír, un vago recuerdo ensucia nuestras singladuras a través del tiempo. Nos desnudamos. Nos miramos y en galopantes girones nos desquitamos de todo mal. Callados, seguimos aquí. Se abre una ventana y las palomas vienen a observar todo quehacer de nuestras manos. Manos abiertas, manos agrietadas, manos envejecidas, manos que giran y giran en la tibiez de sus alas. Callados. Sí, callados alargamos un túnel al encuentro de una lumbre que nos erija como humanos que somos. No la hallamos, pero hay tiempo, un tiempo que se retuerce en el derivar de azules cometas sonrientes en el aire. 

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