Aprisa, ángeles caídos bajo los influjos de la lluvia.
Intermitentes luces que amparan el desafío de puentes colgantes en la sombra
difuminada de tu corazón. Subes, avanzas y en equilibrio medias con las
ventiscas de la caída. Aprisa difundes
tus restos en un eviterno grito de ansiosas ganas de llegar. Sí, llegar a ese
estado donde alma, donde el ser, se estremece con las palabras de paisajes
quebrados. Te entregas a las arboledas, te entregas al fuego que emana de tus
carnes cuando el sol se arrincona en ti y a tu manera vuelas y vuelas en
latitudes desconocidas. Cierras los ojos, respiras hondo y cuando el amanecer
levanta tu mirada eres guiada hasta donde se yerguen las sonrisa. Aprisa…aprisa
te escabulles bajo ella inflando cometas al aire que evocan la calma.
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