sábado, enero 18, 2020

Bajaba y subía


Bajaba, subía y por un momento infinito en sus recuerdos estaba estática. Escaleras abajo, escaleras arriba y el surgir de un olvido, despistadas formas  al encuentro de algo para encontrarse con las aceras de una ciudad durmiente. Bajaba, subía y en cada escalón tomaba aliento de cada poema desaparecido en las cenizas de sus manos. Bajaba, subía y un firmamento donde la luna juega con el sol temprano se vestía a cuadros. Todavía joven, todavía abandonada amores prohibidos, todavía contemplando el surgir de la mañana bajaba y subía.  Cuando se detuvo bajo su techo lamía cada visión, cada respirar de la urbe. Se miraba su traje de cuadros frente a un espejo. Se sentía bien, sentada en el piano reactivaba todos sus sentidos mientras la mañana iba avanzando con un invernal alarido.  Sus manos, imprecisas marcaba el ritmo del orden matemático de las notas. Sus manos se dejaban llevar por el canto de su alma. Un alma sumando tranquilidad mientras todo era aislamiento a su derredor. Y de nuevo bajaba , subía las escaleras convencida de la lucidez de las calles ensambladas a los transeúntes. Recorría cada esquina con el encuentro de ojos distintos, de ojos iguales en el  rigor de sus procedencias con su vestido a cuadros. Para ella no había distinción de cada persona que cruzaba sus pasos. Para ella no había religiones que la condenarán a la ignorancia.  Para ella, con su traje de cuatros, que bajaba y subía solo era alimentada por el cosmos. Y de nuevo cierra la puerta de su casa, y de nuevo se sentaba en el piano y de nuevo suspiraba profundamente.

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