viernes, abril 15, 2022

LA LUNA RONDA

 


La luna ronda, se introduce en los boscajes donde sus senderos son mudos. Una mujer paré en medio de la fina lluvia. Una mujer llevada la profundidad de un bosque de laurisilva. De ella emana la savia de vidas venideras, el ascenso hacía nuevas generaciones. Apartada contempla como su hijo nace, fuerte, callado. Lo lleva a su estómago y un beso en la frente lo despierta a este mundo, a esta tierra en la profundidad de un bosque…un bosque cualquiera. Te meceré en el sentido de los meses, de los años hasta que vueles más allá donde yo no pueda ver, pero si sentir. Tener esa sensación de tus andaduras a través de los mares, de las tierras de un planeta herido. Y serás valiente. Y serás maltratado. Y serás vertical ante cualquier tornado humano. Sabrás del dolor. Sabrás de la alegría. Y tus lágrimas se guardarán en la memoria para tus pisadas en la existencia. La luna ronda, la mujer la mira entre las sombras de una primavera fría, húmeda. Su hijo se mueve en su estómago y sabe de los soles que vendrán donde él será animal enroscado en vivencias. El rostro de ella se entremezcla entre el barro y el musgo. Corta el cordón umbilical y sabe que ya no le pertenece, que no es parte de su cuerpo. Solo un ser que tendrá que andar con cuidado para enfrentarse a lo cotidiano, al vivir en la intensidad breve de este existir. Aquí, ahora, tu sobre mi estómago, el bosque, la duda de los caminos a andar se desvestirán en tu travesía, naufraga unas, gloriosas otras, pero siempre con el contundente halo de luz que te hará respirar. Aquí, ahora, empieza tus pisadas, en este boscaje donde la luna redonda te dice de esa lucha por la verticalidad de tu aliento hijo mío. La luna ronda, un bosque, una mujer en el brío de la vida.

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