Mirada ausente alumbrando a los desheredados de los océanos.
Tallas así esa solemne brisa que nos deriva a un destino donde tu luz nos dice
que orillas ser vuelo, ser pisadas adheridas a la esperanza, a los sueños. La
oscuridad es leve, y tu sutil mirada nos dice de ese olvido de las penas, de
los ahogados. Caricia que se vuelve cotidiana cuando la noche nos encuentra y
somos sobrevivientes de las tempestades de la vida, del alma que se arroja por
acantilados cuando su peso roza el corazón. Y tu sigues ahí, como siempre, con
el parpadear de una sonrisa silenciosa a los que se aproximan, a los que
perdidos entre corales y caracolas hallan su norte.
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