sábado, abril 10, 2010

El albatros y el naufrago

Sus alas apagadas y cansadas era vuelo amargo. Exhausto logró llegar a una isla. Una ínsula pequeña cubierta por el manto amarillento de su arena y rodeada por un océano azul que apaciblemente entonaba el canto de los náufragos. Casi cuando poso en esa tierra lejana, misteriosa y desconocida no podía andar. Las aletas de sus patas daba pasos confusos, todos llenos del tormento por el que había pasado. Una marea negra en aguas donde solía pescar estaba liquidando todo ser viviente, toda su hermosura. Creía que iba a perder el conocimiento, eso creía. Que ahí en esa isla no estaba habita. Pero sí albatros, en la isla vive alguien. Alguien ajeno al ronroneo de toda polución. Alguien que como tu también ha llorado por todo lo que habéis perdido.
El andaba descalzo por la orilla, con sus pies desnudos jugando con la espuma. Era superviviente de esos naufragios cuando la mar rabiosa y cruel los expulsa o se los traga eternamente. Hablaba con las olitas, con la refrescante brisa que correteaba por su piel. Escuchaba incesantemente la sinfonía de la naturaleza, una naturaleza que le hacía respirar de toda la belleza de aquel lugar. A lo lejos divisa algo por la misma línea serpenteante que anda él. Sí, náufrago. Tu soledad será en lo sucesivo de tus días en lo que eres coloquio con el reino natural recompensada. Se aproxima. Observa una gran ave cuyo plumaje anda envuelto en negras brumas, brumas de la muerte.
- Hola amigo. Ya veo lo que te ha pasado. Pareces muy fatigado- dice el naufrago.
- Si, me creo morir. Mis alas, mi plumaje, mis patas…-contesta el albatros sin casi poder hablar, sus palabras se iban, solo un silbido que el naufrago intenta descifrar
- No te preocupes. Yo te cuidaré y verás que podrás tomar vuelo de nuevo por los mares de tus sueños- le comenta el naufrago mirando a esas esferas azabache donde las lágrimas y la tristeza cuece su imperio.- No vas a caer en esa fosa oscura como tus compañeros. Toma, bebe un poco de agua. Te limpiaré y ya verás. Ya verás.
- Gracias amigo mío. Bello amigo.
- ¡Bello amigo¡- suspira el naufrago- Palabras que da sentido a mi existencia. El peso de la amistad nos acompañará y tú serás de nuevo alas y alas que vuela en los círculos de la libertad.

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