jueves, octubre 13, 2011

Divagaciones de una noche de octubre(prosapoética)

Mueres, vacíos no cesan a tu derredor. Borrascas de cierto viento desconocido te empuja y asciendes a ese precipicio de manos ensangrentadas para pensar. Deseas volar, acabar ya. Pero no, hay una voz interior que provine de la memoria que hace dar marcha atrás y empezar de nuevo. ¡Empezar de nuevo¡, te dices, te repites. Por qué no. Entonces, buscas aventuras en tus sueños, en esas nubes que pasan y pasan y cortan tu cuerpo. Mitad esperanza, mitad desasosiego. Quieres perderte, ser niña que otra vez rumia sus años en el subir y subir hasta cimas nuevas. Otros rostros, otros ojos influyendo en esas murallas de tu mirada. Dices, ayúdame amor, rompe esos cerrojos que me aprisionan para salvar la lluvia que tan juguetona humedece mis párpados. Yeguas blancas te siguen, te invocan a ser parte de ellas como ruptura del recuerdo. Como evaporada por viento gimes y gimes. Te desalojas de todo mal de ese jardín que bajo tu ventana solo luce estatuas degolladas. Subes, galopas y vas expulsando en cada bocanada magmática de tus heridas cada encuentro desafortunado que te insufla desdicha, pereza de ser tú. Tú. Sí, eres única. Eres valle que se disuelve en un estruendo tímido de persona. Enderézate y surge como colibrí que en su plenitud expande colores de vida. ¡Vida¡, esta es la palabra. Charco donde debes de beber para ser cauce de ese inexorable arco iris.

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