domingo, octubre 16, 2011

Divagaciones de una tarde de octubre

Tarde en calma. Pájaros serenos que consumen los últimos rayos de luz en ramas donde erupciona la sombra. El grito del alma se apega a esa sustancia espesa que escupe una isla. Miles de indignados pidiendo un nuevo ciclo. Caemos y levantamos y así sucesivamente a lo largo de milenios. Y ante esto un parque donde ficus anuncian un cambio. Ahí hay un banco y en el dos seres. No importa su sexo, su edad solo que uno esta de espaldas a otro sentado esperando que la brisa de la noche solo los alumbre la luna, la luna…

XX: ¿Qué piensas? La bola blanca ya nos acoge. No la vez.
YY: No, no la veo. Estoy de espalda. Tú de cara. No pienso nada o tal vez que estas hojas que nos rodean consumen mis ideas. No las pises.
XX: Nada no es la palabra adecuada. Si no quieres hablar no hables. Nuestras entrañas son espejos donde se refleja lo roto de nuestros pasos.
YY: Tu crees. A mi ni eso. A veces me desnudo ante un espejo y no me reflejo, no me veo. Solo el eco sórdido de un gemido que erupciona penas.
XX: ¡Penas¡ ¡Penas¡ Que penas son esas, no estás bien contigo misma.
YY: Sí pero a veces mi razón o quizás mi corazón o los dos a la vez vaga en los sin techo, en el hambre, en la injusticia, en la violencia. Sed tengo sed, ¿tienes agua?
XX: Sí, toma
YY: Gracias. Que fácil y otros….
XX: Ascenderé al pico más alto para ser águila de la libertad, de la paz
YY: Ascenderé al pico más alto para ser águila de la libertad, de la paz.
XX: La libertad de nuestro corazón, la paz de nuestro espíritu cuando bocanadas de olas negras se retiran y dejan la blanca espuma acariciar nuestro rostro.
YY: La libertad de nuestras manos, la paz de nuestra mirada cuando un racimo de alas azules navega por nuestra imaginación.

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