Pálida, habías despertado del correr del pasado
Y ahora cuando la noche se aproxima
Eres sol cuyo eclipse presenta una nueva mirada,
Una nueva visión sobre las estrellas fugaces
Que se cobijan bajo tu sombra.
Te observaba y quería hablarte
Decirte que con el paso de los años
Mi corazón de aves del paraíso
Habían vuelto a ti.
Pero estabas tan lánguida, tan fatigada
Que la libertad de mis palabras
Se oprimieron en mi puño
Como cerrojos del anochecer.
Conquistada por las remotas mareas del desfallecimiento,
Cansada como albatros que no llega a su isla
Tras el paso incierto e inseguro por la vida
Por ese firmamento donde las lagunas de nubes oscuras
Son llamamiento dejadme dormir.
¡Dejadme dormir¡, dices
Y yo desde aquí con puentes azulados danzando un llanto
Te dejo, dejo que la nada circunde tus cabellos, tus pechos,
tu vientre.
Suave, todo se hace suave
Tu ida, adiós amor mío.
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