Gris así se presenta la mañana en que los corazones vuelan
al viento, al viento… Te he dicho que te amo tal vez no. Quizás el horizonte
impregnado de una sierpe que traga lenguas me intimida, me atemoriza a ser
túneles sin salida. Los pajarillos hacen de las suyas con la liviandad de sus
cuerpos, me despiertan cuando de un árbol tembloroso me inician a otra ventura
más. Desde mi ventana percibo el aroma fresco de un verano que no termina de
edificarse y entretanto mi cavilar vuela sobre ti, sobre ti….Tu mirada
incierta, tus manos elaboradas con el sonido de la vida. Te acaricio en mis
sueños que se prolonga hasta que el día es cerrado por una luna que transita
más allá de las cenizas nubes. La lluvia toma presencia y deseo ser parte de
ella, parte de ti. Paseo por las calles y cada gota me remite a esos candados
que oprimen mi corazón, que censuran mi alma a ser libre sintonía con el amor
¡Ay el amor¡ Tan lejano y tan puro a la vez. Tanto que los llantos de mis venas
son arroyuelo que mana en el sentido de la dejadez, de la desgana. Y por qué no
aproximarme a ti, me digo. Esferas rondan mis deseos, esferas de fuego y tachas
que me llevan, que me traen por abisales mundos donde el apogeo del amor se
derrumba bajo las aguas magmáticas donde la pasión no tiene cabida. Adiós amor
mío, me digo. Adiós a ese instante donde los seres ciegos desconocen el rumbo
que los llevará por el norte de la bienvenida a los abrazos abiertos, al beso
colonizado de arco iris.
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