Viva la esperanza, dices. Que
venga con las canciones de la calma. Que la tempestad no sea más que un mal
sueño de verano. Viva la esperanza, dices. Coges tu maleta y la llenas de
viejas cartas de algún amor inexistente y vuelas donde la estación dice de la belleza
de tus labios, de tus ojos. Viva la esperanza, dices. Que venga haciendo añicos
todo lo malo de ese jardín donde los pozos infernales de la memoria obra hasta
rasgar tu pecho. Tu pulso se vuelve débil, con la fragilidad de un pájaro
cuando canta de esas ramas mecidas por la brisa, una brisa tierna. Viva la
esperanza, dices. Te escondes donde tu voz sea eco sonoro de la conciencia y
tus sentidos rastrean la paz. Aquí está ¿No la ves? En el suceso de los
despertares, en la callada manera de las amarguras, en el entusiasmo de tu
mirada. Viva la esperanza, dices. Que venga con amor, ese amor deseado en la
plenitud de los años. Viajas donde los abrazos te acurrucan, en la tranquila
ola acariciando tus mejillas. Viva la esperanza, dices. Sentada en un piano
transitas en los escenarios de una lluvia de verano, los lamentos terminan y
eres nómada de esta tierra. Sin que te des en cuenta las trincheras invisibles
emigran a fosas donde la nada las entierran. Viva la esperanza, dices. Que
venga con el querer imperfecto de los días, de las horas, de los minutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario