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Me
llama los vientos alisios de estas islas. Me llama para decirme que he de
prometer la continua danza con la vida. La noche, a veces, se atasca en una
niebla que me hace temblar ante la insonoridad de mi yo, de alguien posando sus
manos sobre mis manos. De repente toda calla. No se escuchan estallidos y el
alarido de los muertos flotando con su olor en esta atmósfera. Me llama, un
silbo preciso, un silbo sutil se inmiscuye en mis carnes, en mis ropas echa
girones de vagar y vagar en lo incierto. Me cuelgo la esperanza y me entra ganas
de gritar mientras este solemne silencio de la noche canta al fin. Y yo me
prometo ser ese jardín donde las flores en invierno florecen. Un apartado paraíso
que conserva la verticalidad de su aliento. Me llama…me llama los vientos para
decirme que todo ha terminado, que solo queda una ciudad descolorida, en la penumbra,
en la queja que se prolongará en cada crepúsculo del despertar. Y yo prometo…prometo
vale la pena continuar existiendo, en esta dimensión donde los terrores parecen
expandirse a otros lugares. Primero aquí, después…allá. Sí, las guerras no
tienen fin, siempre habrá una excusa inentendible, ininteligibles y tonta para
rematar a tu vecino. Me llama, hoy ha aparecido los alisios una fina capa de
humedad se va apoderando de mí. Me siento levantar del abismo y construyo mi
corazón con mi alma elevada a esta isla que tanto…tanto a sufrido. Mientras
escucho unas pisadas, rompiendo este silencio, naciendo de la obscuridad. Mientras
miro a ver que quien es y un pájaro azul se cruza por mis ojos…un pájaro azul
que canta algo. Hace tanto tiempo que no escucho el trinar de los pájaros.
Extiendo mis manos, esas manos solas, gélidas, mojadas y se posa para beber de
su concavidad. Y ese pájaro azul en su gesto desinquieto me mira y yo lo miro a
él. En su mirada puedo descifrar la anciana de cumbre cuyo espíritu es libertad
que viene a visitarme, que viene avisarme. La comprendo. Pasa el tiempo y todo
sigue callado, converso con el pájaro azul como consejero de mi mañana. Y el
con sus ojos tristes me asiente a medida que le pregunto. No entiendo de esa
pena si todo había acabado. De un instante a otro se va y me deja con esta
niebla que también va atenuándose en el tiempo. Y yo aquí sola, sin embargo,
los años me ha castigado, me ha dado una canción donde solo soy sombras negras
de ese caos filtrado en la ciudad de Nor. Nor ya está enfermo. Nor ya esta
viejo. Nor ya está casi muerto. Nor ya está distraído de la existencia. Y yo
aquí sola, con los esqueletos flotando en este aire que respiro. Y todo ha
terminado para continuar en otras tierras. Con cautela iré a Nor. Abrá quien me aprecie ,
habrá quien me odio, habrá quien me mirara , habrá quien quitará sus ojos de
los míos y no me importa, todo ha finalizado. Prometo ir a Nor, llevar todo el
ánimo para su nuevas venturas, sus singladuras a través de los años. Prometo
ser mano de su nueva vida y ojalá que la acidez, que el amargor se desvanezca
bajo la tierra. De nuevo reverdecerá y su follaje de edificios despertarán
después de este delirio tórrido, maligno. Sí, iré a Nor cuando el crepúsculo y
el pájaro azul se puse sobre mis hombros. Bajaremos y veré la miseria, el
quejido, el disparo a la sonrisa, pero todo se ira bajo las nuevas ilusiones. La
niebla se ha ido, corre una brisa fresca y la luna viene con su lluvia de
blanca por el sendero que he de tomar. Y la sigo. Es una luna cuyo brío
perfecto me estimula, me convierte en un disparo de esperanza en la desnudez de
la noche y el silencio.
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