Suave, llega el verano. Un sol
estridente desciende hasta los ojos. La mirada se pierde en el horizonte. Los cuerpos
, lentos, toman el silencio del vacío. Un túnel nos transporta a otra
dimensión. Aletean los pájaros, cantan cuando la llegada se hace dueña de
rostros perdidos, enlutados de desgana. Se tumban, el oleaje se vuelve
tranquilo, relajado, lamiendo los pies desnudos gentes a la deriva. Suave,
llega el verano. Un mes de julio, me asomo, un árbol. Besos viajeros
aprendiendo a sonreír mientras la caricia se hace levita en la ausencia.
Saludos, ojos verdes latiendo en
lo prófugo del día. Cómo estás, hace tanto tiempo….tanto tiempo que las paredes
de mi habitación tiemblan. Y ahora el frío se ha ido, camino por calles inanimadas
, camino por nubes descoloridas, camino por ramas donde las hojas sangran.
Saludos, aquí estoy , otra vez. Sí, otra vez, con ese vestido que me regalaste,
con ese beso que se fue , perdido en la inconciencia de amar. Sí, he venido. He
venido para amarte. He venido para verte. He venido para hablarte de los
pájaros que cantan.
Regresas, es julio. Las
estaciones avanzan y con los años todo va más rápido. Una celeridad que desalma
nuestros pilares, aun estáticos. La muerte llegará. El beso volverá. El amor se
despedirá como yo me despido de ti ahora. Vete. Sí, regresa de donde has
venido. Todo quedo terminado. Solo lo terquedad. Solo la memoria desganada.
Solo las caricias perdidas. Regresas , es julio. Por tu cara el sudor rastrea
tus lágrimas. Sabes que no puede ser. Sabes que es no e insistes. Respiras el
aliento descarado de seguir columpiándote sobre mis manos. Pero, no. Ya todo no
es igual. Nada se repite. Mira, el océano, olillas que vienen, olillas que van
y siempre igual unos días más tranquilo , otros más violento pero siempre con
la misma sintonía. No querida. No querida. Regresas, es julio y las aves han partido a otro lugar. Adiós querida.
Regresas, es julio.
Saludos, cómo estás, hace tanto tiempo…tanto tiempo…
Suave, llega el verano y los recuerdos
nos hace reiterar las épocas idas. Un jardín enhebrado en la sombra nos ampara
en nuestras divagaciones y caemos en el ridículo regreso de un querer. Es julio.
Es la tarde. Nos emancipamos de las penas mientras los deseos , los sueños
cancelan ese espejo donde la realidad se muestras. Más mayores, más cansadas.
Entregamos nuestra alma a los demonios de la oscuridad y somos hijos de los
vientos del regreso al pasado. Un pasado estático, quebrado en el olvido y que
no podrá recuperarse. Sin embargo, suave, llega el verano y los recuerdos
tropiezan en nuestros corazones, en nuestra razón. Y nos entregamos a la duda,
a ese quizás, a ese todavía…todavía amanece.
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