jueves, mayo 29, 2025

LA BAHÍA

 



La bahía,

Las endechas de los cetáceos

El rincón de las mareas, eviternas

Llegan las noticias de la herida, del lamento

Ojos blancos , ojos fatigados

Y la languidez de las horas

Un tiempo roto

La intemperie de los sentidos

Muerte.

miércoles, mayo 28, 2025

EL RECUERDO

 



Su silueta recordaba a algo. Cada haz de sus movimientos me producía ese instante del tiempo de la memoria. Sin embargo, no era esa persona. Ya no existía. Una combinación del recuerdo y el viaje en lo eviterno, en lo recóndito esbozaba su imagen como parte de esa silueta. Me acerqué, quise olisquear parte de esa extrañeza que se asemejaba al ayer. Se dio la vuelta, mis ojos cayeron en la súbita nada donde los pozos enmudecen en el desconcierto. Y ese tal vez me produjo cierta sensación de desgana. Atravesé la calle y desde el otro lado su silueta, en lo lejano su presencia se me hacía presente, real. Y ahí, me quede. Me quede con esa nada de que su silueta me recordaba algo. El temor de que desapareciera me oprimía el pecho. Estática. En la verticalidad de una jornada que se casaba con el nocturno. Con ese imperio de estrellas, nebulosas, galaxias y materia oscura. Mis ojos , quietos, con el agarre del cansancio despertaban en esa silueta. Y es que su silueta me recordaba a algo. Alguien donde la razón de tiempos perdidos se enderezaba a medida que los segundos, los minutos, las horas venían a mí. Alguien que quise. Alguien donde el beso resbalo por los riscos de la distancia. Y ahí, me quede. Me quede hasta que solo su olor me encontró de nuevo mientras su figura se había marchado. Uhm, su aroma. Me llene toda , mis pulmones se insuflaron hasta ese día que nos conocimos, hasta ese día que nos dijimos adiós. Y aquí está, presente, con lo cierto de una memoria que se expande, que se contrae en este aire que viene a mí. Y es que su silueta me recordaba a algo.

sábado, mayo 10, 2025

Y la ola venía...





 




Y la ola venía. Y la ola se iba para luego regresar. Estática, vertical con el aliento de las pardelas me emancipaba de lo material, de lo corpóreo. Mi alma se revolcaba en un suspiro, en una respiración pausada. Me dejaba llevar, trepando lejos de esta urbe donde los ojos vacíos, blancos pululaban en la lumbre de mis pasos perdidos. Cierto sueño vagaba sobre mis hombros, sobre mis ojeras y colonizada de un deseo de ser ave de paso alcé mis alas. Y la ola venía. Y la ola se iba. Desperté de este sueño, de estas ganas de ser pájaro en el aire. Mis sábanas de algodón estaban revueltas. Me levanté y el inconfundible espejo de la mañana beso mis labios áridos. Y la ola venía. Y la ola se iba. Deprisa…deprisa los cipreses conjuran un adiós y ese adiós desvanecía cada vivencia insoportable rajando mis espaldas. Deprisa…deprisa el hechizo de un sol. Me vire hacia la cama, ahí estabas, plomiza, desheredada de mi corazón y con ausencia precisa eviterna. Mis ojos se cerraron y tu olor se posó en cada porosidad de mi cuerpo. Y mi suspiro. Y la ola venía. Y la ola se iba. Cuando quise contemplarte de nuevo ya no estabas, solo un residuo de un adiós largo e indescifrable. Y mis manos temblorosas cogió un folio en blanco y te escribió y te habló y te acarició y te beso en el instante perfecto que los recuerdos acechaban estas mudas paredes. Y la soledad ató un sórdido llanto. Y tu ida como las olas me revolcaron en un suspiro.  Y la ola venía. Y la ola se iba. Y yo me empecinaba en traerte, en llenarme de ti cabezudamente. Venías como un resto que en un tiempo amé, que en un tiempo me amó. Claveles secos se perfilan en el comodín, frente el espejo. No recuerdo su color solo la última vez , Aquella tarde de nuestra despedida en un parque donde las grullas observaban.  Y la ola venía. Y la oba se iba.

domingo, mayo 04, 2025

LA CASA VACÍA.

 




La casa vacía. Las paredes susurran la dejadez. Un espejo pide clemencia y mi rostro desdibuja los sentidos. Me arrimo donde mis pisadas de un nocturno vista mi desnudez gélida. Mis ojos bochornosos asumen el silencio y los pájaros cantan cuando un viejo piano alguna que otra nota. Las horas se pierden, un aliento raja mi garganta y soy insonora sombra de mi ayer. Me duelen las manos. Me duelen las piernas. Mis espaldas caen presa de vacíos y la nada alumbra mi perdida mirada. La casa vacía. Las paredes susurran la dejadez. Me desvisto de mi mañana, me emancipo de mi memoria hueca y respiro en la verticalidad de las estrellas. La casa vacía. Estática el sueño me retrae, despierta. Mis parpados en la pesadez de las jornadas se violentan y elevan donde un dibujo narra el canto de la nada. La radio presta su luz, noticias de cuerpecillos en la implacable eternidad del hambre, de la sed. Me descuido, trago saliva sabor a navajas, borbotea la desgana y mientras visiono esas imagines de jardines rotos, heridos, con el eco agonizante de lo podrido de esta atmósfera asomo mi estabilidad donde los acantilados llaman a la muerte. Y la muerte viene. Y la casa vacía. Y las paredes susurran la dejadez.