domingo, mayo 04, 2025

LA CASA VACÍA.

 




La casa vacía. Las paredes susurran la dejadez. Un espejo pide clemencia y mi rostro desdibuja los sentidos. Me arrimo donde mis pisadas de un nocturno vista mi desnudez gélida. Mis ojos bochornosos asumen el silencio y los pájaros cantan cuando un viejo piano alguna que otra nota. Las horas se pierden, un aliento raja mi garganta y soy insonora sombra de mi ayer. Me duelen las manos. Me duelen las piernas. Mis espaldas caen presa de vacíos y la nada alumbra mi perdida mirada. La casa vacía. Las paredes susurran la dejadez. Me desvisto de mi mañana, me emancipo de mi memoria hueca y respiro en la verticalidad de las estrellas. La casa vacía. Estática el sueño me retrae, despierta. Mis parpados en la pesadez de las jornadas se violentan y elevan donde un dibujo narra el canto de la nada. La radio presta su luz, noticias de cuerpecillos en la implacable eternidad del hambre, de la sed. Me descuido, trago saliva sabor a navajas, borbotea la desgana y mientras visiono esas imagines de jardines rotos, heridos, con el eco agonizante de lo podrido de esta atmósfera asomo mi estabilidad donde los acantilados llaman a la muerte. Y la muerte viene. Y la casa vacía. Y las paredes susurran la dejadez.