lunes, noviembre 03, 2008

Camina descalza...



Camina descalza así como llevada por el vientecillo. El susurro de las olas imanta todo su ser. Es naciente de las disecadas alas de la nostalgia. Ante ella se revela un alma ausente, mezclada con el sabor fértil de la pasión. Desde la ventana de su casa divisa el profundo océano, un imperturbable gaviota vuela y vuela a ras de las de esas ondulaciones turquesas. Ella piensa, cavila la ida de su amado, la perdida del amor. ¡Sí la perdida¡ Pedazos de su recuerdo se le amontona en sus sienes. Quisiera abrazarlo, extender todo su calor en sus manos. Ve la barca que tiene amarrada en la orilla. Decide bajar y subirse a ella para remar y remar hasta la lejanía. ¡Remar y remar hasta un amor allende¡ Decidida emprende el viaje con la palabra “te quiero” pronunciándola una y otra vez. El sudor y la fatiga se adueñan de ella. Ve una especie de islote con un brillo especial. Se aproxima y se baja cansada de la barca. Su superficie emite cierto calor agradable, atrayente. Se trata de él, de su amado. Un mundo de ensueño. Un espacio donde aves enormes y árboles ondeando antorchas de multicolores son cuna del amor anhelado, del amor buscado.

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