Los sueños, se envuelven en ese celeste caudal donde raíces se incrustan cuando las constelaciones vigías erupcionan en la oscuridad. Aterrizan en el paseo que el alma afligida es llamarada de una ilusión, de una esperanza. Los sueños, vienen como arenas movedizas que despintan el vago retorno de la felicidad. Náufragos cuya voz se ofusca en las inmensidades de un océano que tiembla de hambre. Los sueños, obstruyen el despertar en el sentido de lágrimas de navajillas que brotan de mis ojos y surcan levemente mi tez. Náufragos que con la antorcha amarilla de la vida se va volviendo distorsionada y triste. Los sueños, me embarcan a la deriva de una realidad que eclosiona cuerdas flojas donde el canto a la prosperidad es cerrado por la infertilidad de las mareas.
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