martes, octubre 12, 2010

LA CARTA

Te envío esta carta donde tu sonrisa es emotiva esperanza que balbucean los pájaros cuando despierto. Es evidente que el motivo es el nacimiento de la paz. Sino no te escribiría. Para que alargar la mano en esa pluma y dibujar esos garabatos en donde la desgracia, la pena, las batallas de los perdedores, el hambre que asola este planeta, esa contaminación que no cesa y esa tristeza que llevamos a veces dentro, muy dentro repetírtelo. Tú ya lo ves, cinturones de ortigas degradan a este planeta. La plata como una forma de escribir se deriva a otras vertientes que para el mañana no son fructíferas para está orbe. Perdón. No iba hablarte de temas angustiosos, de temas donde la impotencia es cima que siempre escalamos. Hola, que tal. Eso te iba decir. ¿Cómo te encuentras? Yo aquí, como siempre. Bien me encuentro y espero que tú, ser anónimo a mi mirada también. Eso me gusta. Sí, eso último que acabo de palpar: ser anónimo a mi mirada. Tenemos que hacer un esfuerzo, sabes. Ser ese velero de mares calmos que buscan la soberanía de la paz. ¡Ay¡ Hay tanta mierda en este mundo. Perdona por lo soez de la palabra pero es que a veces me enojo y comienzo a disparatar. ¡Otra vez¡ Otra vez esta carta se ha ido de su ritmo. Aquí el tiempo es agradable, estas ínsulas gozan con su microclima de una fuente de placer. Basta con que pidas como deseas que este el tiempo para que te yertas y vayas a él o de lo contrario huyas de él. Probablemente los sueños, nuestras ilusiones es lo más importante de esta carta. ¿Cómo estamos con ello? Espero que te recuestes en ellos y en ese duermevela te vayan surgiendo poco a poco. ¡Que no se te escapan¡ ¡Que no sean como el viento cuando intentas acariciarlo¡ Agárralos bien. Átalos si es preciso a tu espíritu pero sin dejar de mimarlos. Sin dejar de miralos….

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