Estrellas que rotan en las singladuras
De la belleza natural de los montes negros
Cuando la madrugada desciende en horas
Donde el dormir se hace auge de los sueños
Embarcándonos en sintonía con la paz.
Estatuas de la jornada venidera
Que trepan como la hiedra por retorcidos ecos
De la lucha de diques por ser cascada
De la ola rompiente en la nobleza de los corazones.
Me elevo, me miró y ante la penetrante llamada
De la luz primaveral somos paseo por las avenidas
Donde el hambre huele a cerrojos,
Donde la sangre derramada es decapitada
Por el bello danzar de armas extinguidas.
Me elevo, me observo y de los ojos centelleantes
Del ser somos ese velero donde la fraternidad
Es reboso en las almas cuyo faro alumbra
La senda coloreada por la hermosa tonada
De las manos unidas, de las manos pacíficas.
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