Miradas y miradas. Oscilan bajo la sombra de tu ida. Yo
feliz. Porque no…porque no ir deshilachando una sonrisa mientras mis alas se
retuercen en tu olvido. Me has olvidado…si, lo presiento…hace tiempo que tus
ojos no son lumbre de mi rostro desvaído, fatigado. Ahora, a mi manera, busco
un faro. Un faro lejano donde el morder del oleaje alcance mis manos, mi
vientre para hallarte de nuevo. Sí, otra vez…otra vez girar y girar en las
hogueras prósperas de tus labios. Dichoso el sueño, dichoso la veracidad,
dichosa las ganas, dichoso recordarte…así…aliada a mí cuerpo con los puentes de
arboledas formando un coro que al unísono gritan: ven aquí que el otoño me
aprieta. Hojas caídas, pasos inciertos, lluvia vespertina que amputan al astro
rey pero tu ahí. Sí, ahí, en un rincón de la penumbra de mirada. Miradas y
miradas. Puertas que se abren y se cierran…se cierran y se abren. Bienvenida
seas.
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