Ay, tus ojos, inyectados de lodazales
Te embarga en un océano desconocido, silencioso
Esbozando huesos grises, muy grises.
Tus ojos.
Sí, tus ojos, penas ondeando tus alas de hojarasca
Lamiendo tus sentidos.
Tus ojos, en la huída.
Tus ojos, en la búsqueda.
Retorcidos muros de punzones atravesando tú pecho
Y sin embargo, respiras.
Tomas aliento de un norte ensombrecido
Por espíritus opacos, amargos, atormentados.
Sí, el miedo.
Embarcando estridentes jaurías humanas con desprecio.
Sí, el miedo.
Azotando llanuras de agua infinitas, en la eternidad del
adiós.
Sí, el miedo.
Invocado por las bestias de la sin razón.
Tus ojos…
Una costa donde las alambradas de sangre te mira
Y te mira, y te vuelve a mirar despóticamente.
Unamos nuestros ojos, mirada con mirada,
Refugio riguroso de la verticalidad,
Del tal vez algún día despertemos bajo sábanas blancas
Y contemos los sueños…los sueños de las manos de la tierra.
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