sábado, octubre 24, 2020

LA HABITACIÓN

La  habitación. Una pared donde una obra cuelga en el infinito de mis ojos. La observo en cada despertar, en cada huella pincelada de mis manos. Mis manos, ejerciendo el mecer de los colores innatos que se expande en un lienzo. Mis ojos lo miran, la obra está terminada. Me desquito de mis manos manchadas de pintura y sigo examinándolo. Raíces que se entregan a un mundo desorientado, en la incertidumbre de los vastos pasillos de una luz que tal vez llegue. El día parece nublado. Un sol en el horizonte dice de lluvias. Mientras vuelvo a la habitación donde en una pared una obra cuelga, fresca, joven, con el rebozo de la vida. Me habla, me dice muchas cosas y yo converso con la reconditez de mis sentidos y ella. Mi yema la roza sutilmente, tardará en secarse. Mientras mis ojos absorbiendo de su entereza, compasiva y quieta siento el mañana. Mis espaldas se emanan el suculento despliegue de su verticalidad. La obra está acabada.


 

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