jueves, marzo 24, 2022

DIVAGACIONES DE UN MARZO

 


Atada a las clemencias del viento. Un viento que no cesa…que no cesa. Lo frío se transpira y somos tremor de lo lejano, de lo ausente. Mis piernas firmes deambulan donde los soles son buenaventura de un nuevo despertar. Esbozo una sonrisa, esbozo lo cotidiano de las jornadas hilándose hasta el desinflar del día. Y el viento no cesa…no cesa en su soberbia, en su impertinente manera de susurra los ecos del silencio. Todo cambia. Todo se transforma de manera determinante para lo que respiramos de esta atmósfera. Las alambradas aún existen, el mundo no media con la pacificación de los corazones, de las almas. Se me ha descocido el bolsillo del pantalón, ahora me doy cuenta. Todo se pierde, cae en el curso de una desesperanza de hallarlo de nuevo. Lo coso. Todavía el sol no da los toques de la bienvenida de nuevos sueños, de renovadas ideas.  Lo espero. Lo coso. Da lo mismo lo que se halla quedado atrás, no vale la pena seguir con la rutina monótona del ayer. Mi bolsillo luce ahora como nuevo. Como nuevas horas donde la pisada vertical de mis alas brotaran ojos lúcidos, manos abiertas al saludo. Y el viento no cesa…no cesa. Miro desde mi balcón con una taza de café entre las manos, absorbo de su cálida manera de despertarme. La música casa donde habito se incrusta en mi estomago y divago. …divago en el sonido de este mundo. Sus latidos se hacen débiles, pero habrá un mañana, un mañana donde el viento no cesa en esperanza.

 

DSP

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