domingo, octubre 28, 2012

divagaciones de una tarde de domingo


No te distingo entre las penumbras de tus ojos.  Estática eres ese otoño donde nube grises, donde la lluvia transparente, donde la brisa callada emerge entre colinas donde el alma es recuerdo de ti. No observo tu mirada ante ese espejo que nos muestra la desnudez de nuestros sentidos y somos desierto de cenizas donde el llanto es laguna desencantada. Se yerta una llama, un astro que ofrece la oportunidad de ser  unísono silencio de esta tierra que nos anuda  con la intemperie de nuestros senos, de nuestros vientre. Y  sin embargo no distingo tus llamaradas, esos ojillos aterciopelados que acarician pétalos arrebatados de la vida, de la vida. No se donde estás y mi corazón encuentra  un cierto aroma que no es tuyo, que no es el mío en la inmensidad  de una fosa donde negros cascabeles resuenan a la libertad. ¡Que serán de nuestras emociones, de nuestros rumbos…¡ Todo evadido por el simple hecho del fallo, el fallo de amar, de amarte, de amarme. 

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