No te distingo entre las penumbras de tus ojos. Estática eres ese otoño donde nube grises,
donde la lluvia transparente, donde la brisa callada emerge entre colinas donde
el alma es recuerdo de ti. No observo tu mirada ante ese espejo que nos muestra
la desnudez de nuestros sentidos y somos desierto de cenizas donde el llanto es
laguna desencantada. Se yerta una llama, un astro que ofrece la oportunidad de
ser unísono silencio de esta tierra que
nos anuda con la intemperie de nuestros
senos, de nuestros vientre. Y sin
embargo no distingo tus llamaradas, esos ojillos aterciopelados que acarician pétalos
arrebatados de la vida, de la vida. No se donde estás y mi corazón encuentra un cierto aroma que no es tuyo, que no es el mío
en la inmensidad de una fosa donde
negros cascabeles resuenan a la libertad. ¡Que serán de nuestras emociones, de
nuestros rumbos…¡ Todo evadido por el simple hecho del fallo, el fallo de amar,
de amarte, de amarme.
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