miércoles, octubre 31, 2012

El lago( 3ª parte)


  Rosam cabizbaja por él la miraba de reojo. Absorta por las experiencias de esa extraña mujer. Su naturalidad era sobresaliente.
-       Y dígame señora- con ironía entonó el- ¿Quién le espera en la estación siguiente?
-       No se ria usted caballero con mi arte de estudiar las culturas, de escribir sobre ellas.
-       El arte acaso de ser almohada con lo desconocidos. Eso lo llamaría yo otra cosa…Cuide lo que dice ante la señorita.
-       Se preocupa y protege esta linda señorita. Me parece bien. Pero ella en la vida tendrá que atajar, zanjar todos los derrumbes que nos sobrevienen. Y tendrá que luchar sola, no va a estar usted siempre a su lado.
-       Señora comete errores en sus palabras. Cállese, por favor. Qué sabe usted de nosotros…
-       ¡Oh¡ Ya traen la comida.
-       Responda señora por favor.
-       Responderé después. Ahora no. Todavía no estoy preparada para ello. Además como usted dice: no hay que inmiscuirse en asuntos ajenos. Y mis palabras son ajenas.
La anciana probaba todo como si nunca hubiese visto esos tipo de alimentos, invitaba a la muchacha, invitaba a él.
-       ¿No come usted señor?
-       No
-       Sabes muchacha. Una vez cuando tenía tu edad y me hallaba en la selva fui recluida por algunos días del contacto humano. Aquello era estar enterrada en vida, apartada de todo contacto humano. Noche y día mis ojos permanecieron abiertos, alerta ante tanto crujido y tanto ruido sibilino. La humedad me corroía, mis emociones se escapan y me decía que había echo yo para merecer esto. El miedo y el temor fueron conquistándome por muchos pensamientos positivos que tuviera. En mi mente solo cabía que los muertos que aquel follaje exuberante saldrían de las raíces, de las ramas y me atarían de manos y pies para llevarme con ellos viva. Deseaba solo la claridad, cuando ella llegaba con la lentitud del terror acompañada de mosquitos, bichos raros, animales extraños intentaba caminar alejándome del delirio, de la pesadilla. Al cabo del tercer día me hallaron.
  El la mira, la observa, la escucha. En su interior una especie de tempestad se está avecinando y no sabe como afrontarlo. Qué mala suerte, piensa. Haberse encontrado con aquella mujer. Es como si ella supiera el destino de ella. El cielo se había vuelto más azul, una brisa del norte azotaba ahora con más fuerza.
-       Yo no se adonde voy, pero no me voy a separar de este caballero.
-       No digas nada muchacha que el señor se puede enojar.
 La mesa quedó vacía, se habían comido todo. Todos los que estaban dentro de la cafetería se iban marchando. De nuevo a ese tren donde tomarían descanso. La señora se despidió, el no dejó que ella pagará.
-       Gracias caballero- de sus ojos ancianos emanaban unas lentas lágrimas que bañaba su tez- ¡Ay la vejez¡ Esta vejez que nos lleva a ser pesados. A entrometerse donde una no debe. Disculpe usted y no se preocupe. Solo he hablado un poco de mi historia. Estoy tan sola… Adiós pequeña.
La anciana se levanta y se aproxima a Rosam. En su frente, en su frente joven fue beso suave. Después desapareció entre los demás.
El firmamento parecía que quería escupir todo lo que cargaba en buche. Frías gotas otoñales se enmacipaban de las nubes pero Rosam seguía quieta en la laguna observando sus plantas acuáticas sobre su superficie. Recordaba aquella anciana cuando le narró lo de la selva, su pérdida. Fuerte soy, se dijo. Fuerte como este viento que con la lluvia quiere arrastrar su entereza. Solo romperá algunas ramas pero sus raíces…Sus raíces son tan duras de roer que permanecerán en su lugar. Aquí. Aquí…Hoy quiere sentir el rugir de la naturaleza, un rugir que es terso según como se miro. El viento me quiere tirar pero yo abrazada a este árbol con el lago revuelto ante mí me mantendré, mantendré mi postura vertical. Así ha sido mi vida, bruscas marejadas condensándose en el olvido en el despertar de cada día. Avalanchas de peligros me han sobrevenido no solo al nivel síquico, sino físico pero ante todo esto salgo victoriosa. ¡Por qué¡ Se van, se esfuman de mi cualquier incidente, cualquier herida agarrándome más a la vida, la vida…¡Uf¡ como me purifica esta potente lluvia. Estoy empapada, el barro llega a mis tobillos y de tanto apretar mi cuerpo a este tronco me siento sangrar. Sï, sangrar, una sangre que me alivia, que me sostiene.¡Te acojo como amante¡ ¡Me siento tan dichosa¡ Aunque tu fiereza me aferra después bajo ese techo y tu voracidad impacten a mi puerta como si la quisieras derribar. ¡Oh viento¡ Como si quisieras poseerme. Me desafías, al menos me das trabajo. Labor de recuperar mi huerto, labor de limpiar esa cabaña y rehacerla allí donde los goterones pierden mi paciencia.
          Rosam a rastras, llena de barro llego a la cabaña. Sentía escalofrío en todo su cuerpo. Temblaba. Cuando cerro la puerta sintió aún con más potencia el sabor del viento, la frescura de la lluvia torrencial que estaba cayendo. Cuidadosamente se quito la ropa enchumbada de agua, calentó en un caldero agua y la echó en una bañera. Se introdujo dentro e imagina su cuerpo sobre otro cuerpo, sobre un sutil beso que se expande en las mareas de los sentidos. Su peso caería en la mirada, esa mirada incierta de sus amores imaginarios. Amores idealizados en ese afán de ser amada, de ser sacada de ese lugar. Caricia a caricia resbala por su cuerpo por sus agrietadas manos. Lanza un suspiro, un suspiro que la hace respirar muy hondamente. Inspirar e espirar hasta que todo su ser encuentra relajado, pacífico como la borrasca que ya pasa. Piensa que pasaría si fuera hombre. Todo sería distinto, ya no estaría ahí o nunca lo hubiera estado. Lo dejarían ser libre. Libre como las grullas que visitan el lago. Suspira. Inspira e espira y en el mecer de una vela cierra sus párpados. Quiere descansar, sale de esa especie de tina y desnuda y mojada se mete entre sábana. Se cuestiona que sueño tendrá. Y feliz se quedó dormida sabiendo que todavía era cordura.
 Y soñó: estaba observando la luna muy atentamente, esa maravillosa bola blanca que cuando los cielos están claros es luz de todas las sendas de ese bosque. Su imagen se reflejaba en el lago. Pero no era como otras veces, su luz era más impecable, más fuerte de lo normal. De repente del lago emergió un ser, un ser pequeño como si hubiera dado luz una criatura. Ella se aproximo y al acercarse se hizo cenizas.
Y llega otra jornada, ella despierta. Directamente se dirige a su querido cerezo al lado del lago. Se alegro de que estuviera intacto aunque el agua del lago estaba algo turbia. Miró al horizonte y sus ojos contemplaron un hermoso amanecer.  De repente, ella que conocía todos los ruidos de aquel boscaje, sintió un ruido extraño, anómalo a lo que estaba acostumbrada. Un ruido que tenía voz, voz humana como la de ella.
        - Vírate mujer. Vírate mujer y comparte conmigo la sombra de ese cerezo que tanto amas.
      Ella se gira y atentamente observa al que tiene enfrente.
-       Por qué me miras así mujer.
-       Creo que estoy soñando o entrado en la locura.¡Eres un sueño¡
-       Sí, soy un sueño. A veces la esperanza es anclaje de las maravillas que pasean por nuestra mente. Bajamos para nos más que ser danza transparente infinita en el recuerdo como una nota más de la vida. Como alegría al gris de tus pasos por estos parajes. Somos ese sueño renuncia de las adversidades, tentación que evoluciona en un argumento para que la dicha vuelva a su cauce. Un nuevo despertar. Un nuevo despertar sin esa celda de la soledad.
-       ¿Y por qué has venido a mí? Es tan raro todo esto.
-        No seré lastre de tus huellas. Solo ese intenso perfume que queda en la memoria. Esa atrayente melodía de tus desazonados días. Ven. Acércate para ser ese océano  de los nocturnos astros bellos que completan tu jornada. Acércate a este ser de ti y olvídate de esas espuelas que andan escarbando tu corazón cuando más que desiertos te seducen.
-       No puedo. No puedo aproximarme a ti. Ser parte de ti como esencia que reluce en el aroma de las flores cuando la brisa se levanta. Eres tan distante a mi…Muchos otoños, muchos inviernos, primaveras y veranos en el silencio del roce de la palabra. Ahora vienes tu. Tantos años… Y me hablas. El temor me acecha. No se que decir. Las palabras se desangran cuando intento, intento contar algo.
Aquel ser nacido del bosque ante sus tristes palabras comenzó a aproximarse a ella. Rosam temblaba, se sentía indefensa ante un igual. Rosam se sentía torpe, absurda. Tanto había deseado hablar con un ser humano que ahora se encogía en la desesperación, en la vergüenza de haberlo deseado tanto.
-Llego a ti suave como el vientecillo que nos acaricia, como el cosquilleo sutil de los primeros rayos solares. ¡Ay¡ bien de tristeza hay en ti…Seré beso, ese beso que se disipará  con el sonido el rumor de las caracolas de la felicidad. No temas. ¡Tus manos vacías¡ ¡Tus manos agrietadas¡ ¡Qué pena¡ Ven. Extendamos un abrazo que dará a tus sueños la buenaventura del mañana.
Y la abrazó. Rosam no sabía que hacer. Se sentía cohibida. De repente Rosam despertó de esa falsa ilusión. Estaba abrazada al cerezo.
- ¿Por qué? ¿Por qué?-grita- Este fallo de la vida. Oh cerezo mío me siento tan desdichada. Fuerza. Fuerza. Esperanza. Esperanza.
 Se dirigió como de costumbre a su huerto. Estaba destrozado. Siempre lo mismo. Girar y girar en la cotidianeidad de días idénticos.
      De nuevo en el vagón. Pasa el supervisor pero esta vez toca antes de entrar. Ellos dicen que todo bien y continua el viaje.
-Permaneces callado. ¿Pasa algo?
- Me preocupa para ser sincero la actitud de que aquella mujer. No se. Ha sido imprudente que se sentará con nosotros en el bar. Ya sé que no había sitio. Pero no sé. Menos mal que no dijiste nada. Olvidemos a esa mujer.
- A mi me pareció simpática y graciosa.
-¡No Rosam¡ Mírame. Mírame bien. Hemos cometido un error o mejor dicho nos han  hecho cometer un error. No podemos confiar en nadie como te he dicho y no te dejes conquistar por la primera sonrisa, por la primera apariencia de los seres. Nos pueden engañar después. Y eso sería muy doloroso. Tienes que aprender muchacha a no dejarte llevar por esas impresiones primarias, no se sabe lo que hay detrás de cada palabra, de cada mirada. No sabes sus intenciones. Todo ha de ser lento, muy lento. Bueno, ya que poco para llegar. Verás que todo saldrá bien.
   Rosam lo miraba mientras intentaba imaginar a donde iban. Eso la ponía de mal humor. Pero que hacer. El era un muro infranqueable.
-Fíjate Rosam como va cambiando el paisaje.
- ¡Qué me fije¡ Si no hay nada. Me gusta más el color verde, el verde los montes. Pero ahora solo hay desierto de piedras.
-¡Si¡- suspiró-Así es la vida Rosam. Unas veces somos desierto, otras verdor y otras ambas mezcla a la vez.
- No se. Todo esto. Me da la impresión que me llevas a no se donde. Apartada de todo se podría decir.
  Incidieron los ojos de Rosam y de él. El canelo miel de Rosam era ahora expedición en las más profundas aguas de él.
-       Pues si Rosam-contestó él afligido, desviando su mirada al exterior
-       Entiendo.
Rosam también desvió la mirada al exterior. De sus ojillos alguna lágrima se correteaba por su tez.
-       Todo por mi padre no.
-       Si Rosam. Pero no te preocupes será por poco tiempo. Cuando todo se arregle volverás con él.
Rosam volvió a la cabaña con pies enfangados. Notó algo en el ambiente que ya era común a otras jornadas. Cogió el libro había estado leyendo días anteriores y dentro descubrió una carta. ¡Otra carta..¡, se dijo para si.
  “ Hola Rosam. Se que te encuentras desanimada. Imbuida entre montes que a veces no te dan respuestas. Pero te pido paciencia como siempre. Siempre te escribo lo mismo. Todo se está arreglando y pronto nos veremos…”
   Todo se está arreglando y pronto nos veremos. Siempre lo mismo, se dijo. Se dejo caer en la ventana y sus vidriosos ojuelos inspeccionaron el lugar. Buscaba, buscaba…
                               Continuará
         

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