martes, junio 03, 2014

Te vistes....

Te vistes. Así, con el sutil vuelo de una paloma de un ventanal. Miras. La observas y en su aleteo sientes ganas de ser como ella. Te vas. Así, con el silencio de tu mirada cuando la aurora pronuncia una multitud de colores en el horizonte. Adiós, te digo. Tú, no dices palabra.  Solo las mareas despuntan un cierto rumor que me hace pensar que ya no te veré más.  Ahora solo. Sí, solo con estas cartas que te he escrito a media luz con los ecos del llanto. No sé lo que haré con ellas. Tal vez encienda una fogata de rosas y sople para que el viento se las lleve al infinito del universo.  O mejor pensado, serán entrañas de una botella que viaje por los océanos. No sé.  Es todo tan difuso ahora. Me acercó a la ventana. Veo alejarte. Sí irte por esas calles donde tus huellas no volverán con tu aroma. La primavera acaece con el gemir de los delfines que pierden su libertad, la libertad de los mares en su danza. Lanzó botellas. Una a una. Quién las recogerá. Qué pensará. Quizás seas tú cuando en la próxima orilla te des cuenta de todo lo que te he amado. De tanto que te querido. Te da igual. Sigues por esas calles con la sombra de los primeros rayos diciendo adiós. No te viras.  Tambores ensangrentados oprimen mi pecho. Mis lágrimas caen sobre mis manos calladas y una cierta pena me cancela. Estoy embotado. Estoy difuso. Estoy confundido. Y todo por la creencia de que me querías. Sí, no había señales de una ida hoy. Precisamente hoy cuando el sol sonríe, cuando los pajarillos toman de la fragancia de las flores. 

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