sábado, agosto 02, 2014

Y no sé...

Y no sé. Te esperaba en la perfección de tu esencia abrigando mi desnudez. Sí, te esperaba junto a una hoguera donde los cuerpos emergen de las cenizas y se vuelven nubes azules de sus ensueños. Pero no viniste. Te evaporaste como las gotas de agua que cae ante el denso calor. La oscuridad sin embargo me tendió sus brazos abiertos. Unos brazos que se balanceaban por esas vertientes donde los grotescos rostros de la nada acarician mi tez. Arrugas emanaron de mi piel. Fui envejeciendo apresuradamente. Mis manos rajadas no podían avanzaban, a cada paso, se hundía en el dolor, en la pena, en las lágrimas. Y no sé. Te esperaba en susurro del viento cuando con su canto bajaba hasta mis labios. No viniste. Te fuiste con tus espaldas tatuadas de adiós eterno. Un adiós que hace temblar cada movimiento en mi desfallecimiento. En grutas me sumergí. Grutas donde el balazo de lo negro vestía mis ojos cansados. Allí me quede, vírate y mírame. Sí allí me quede con mis sentidos putrefactos, con mi aliento desdichado por violentas espinas de rosas sin pétalos.  Sin embargo, de repente una luz vino hacia mí. Era el sol que anunciaba una nueva vida. Tenía que seguir. Sí, levantarme y admirar la naturaleza de su corpulencia. Y lo miré. E hipnotizada se engendró en mi una nueva vida. Una vida cuyo mensaje era  maravíllate por lo que surge en cada instante de tus pasos, de tus manos abiertas a esta tierra que vuela y vuela en el paraíso de los sueños. 

No hay comentarios: