miércoles, agosto 13, 2014

Un vacío...

Un vacío. Naves inconclusas por llegar a la frontera de los deseos. Gritos que callan cuando el nocturno sobrevuela sus almas. Caemos. Nos rajamos. Nos despedazamos.  Y un movimiento ligero de brisa nos hace perder nuestro destino. Un árbol cruje en el silencio. Nos arrimamos a él y de rodillas suplicamos la huida del llanto, de ese azorar que agota la existencia. Lágrimas recorren nuestros rostros desnudos. Y cuando abrimos los ojos la nada, la nada de una muerte lejana. 

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