Suavemente ese animal broncíneo se aproximaba después de tantos
crepúsculos entre cenizas alimentándome de su viveza. Como pardela perdida
gemía en un rincón de la oscuridad. Ahora que la luz penetra en mi rostro soy
alargada orilla donde renacen los pasos. Voy hacia él. Sí, me entrego a su alma
ardiente en estas primeras horas de la mañana. Calor… Necesito calor, me digo. Las
olas quietas. Llamándome. La ventura de ser cuerpo desnudo bajo las mareas del
hoy. Mientras los filigranas solares sobre mi rostro. Y otra vez en la orilla
consumiendo cada mirada que se cruza por las arenas negras. Saludos de gentes
cotidianas, de cuerpos que se desdoblan cuando la mañana da la bienvenida a la
edificación de nuestros enigmas. Venid…Venid,
digo. Aunamos nuestras almas junto al arco iris. Ascendamos por él. Sí por su
cuerpo semicircular como afrodisiaco del despertar. Absorbamos de su sabiduría para
que en los días venideros seamos más sensatos, más honestos con este reino
natural que nos ampara. Y otra vez soy eco del susurro de las olas. La marea se
levanta rompiente contra rocas deformes que dibujan las siluetas del ayer, de
los ahogados. Ven sol, ven hacía mi. Ven ola viva, hacía mí. Llévame donde el
destino no sea cobarde sino un riachuelo donde los rostros fijos en la mirada
alberguen la emoción, el gusto de la verdad, de la belleza.
2 comentarios:
Querida Dunia: te veo activa y diligente en este frío mes de febrero.
Así que espero y deseo que tu creatividad pictórica también vaya en aumento.ç
besos
Luis León Barreto
Gracias Luis por tus palabras. Abrazos.
Publicar un comentario