jueves, mayo 21, 2015

Mira, observa...

Mira, observa. Sí, si… Allí en el horizonte. No ves figuras de nubes naranjas que se entrencan al ocaso. Como que no las ves. Que no distingues formas corpóreas que se van extinguiendo a medida que la jornada se apaga. Mira, observa. Estos ojos que ven las esperanza de una orbe mejor. Que se consumen con el tiempo. Si, si…el tiempo, se va y no quiere prolongarse sobre nuestras manos. Estamos mayores y el día a día es va con tanta celeridad que a veces confundimos las horas, las estaciones. Mira, observa…el resplandor ininteligible que nos espera después de nos hallamos ido.
Te escucho. Miro y observo donde tú quieres. Pero nada más que siento un amargo placer…será el cansancio. Esta fatigo que por muchos años nos han visitado. Miro y observo  y solo veo nubes descoloridas, no me dicen nada. Sí, nada ¿Cómo alcanzar lo que tú ves, lo que tú sientes? Es todo tan remoto que ya nos queda exclusivamente las profundidades del vacío. Me hallo vacía. Dime tú como surgir y ser brío para que esas nubes que tanto admiras me comuniquen algo, alguna cosa, por muy poco sea. No cierres los ojos mujer. Intento mirarte y la oscuridad de tu iris me dice que hemos de marcharnos.
Mira, observa…oh ya se han ido y solo queda la noche. Una noche donde el follaje de las estrellas nos entregara lo hermoso que esta atmósfera que anda alrededor de nosotros.  Bésame querida mía. Sí, ahora, por qué no. Nadie nos ve. Estamos sola ante la mirada de las constelaciones.  Un día verás que todo mejorará, no más incertidumbre donde pisar, donde no mirar para que las espadas en carne viva no tropiece con nosotras.  Ahora, bésame…Mira, observar…los montes ahí debajo, con sus siluetas negras meciéndose, rasgueando al son del viento. Sí, precipitémonos bajo la oda del amor.

Te escucho mujer. Sí, el amor. Ese sabor de tu piel, ese relampagueante embrujo de tu sombra sobre la mía. Vivamos.

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