No sé donde
nací. Te lo puedo jurar por las fuerzas del universo que influyen en nuestros
ritmos de vida. Solo recuerdo caravanas y más caravanas que se dirigían sin
dirección propia por las dunas del desierto.
Supongo que en algún lugar habré brotado, habré emanado de ese vientre
que con sudor y dolor me trajo a este mundo. Trato de averiguar tu empeño. Qué
más te da mi procedencia. Vagas sintonías asociadas a vergeles me inducen a
testiguar que soy hija de arena, de aguas cristalinas donde en el descanso se
ha de beber. No. No me preguntes más. Da igual mi poblado, mi ciudad , mi país,
soy hija de esta tierra que a veces parece sangrar y sangrar. Observo cómo se
derruyen los boscajes inmensos por no sé que causa. No me interesa, solo el
verdor de su follaje que da respiración a este planeta. Observo como la pobreza
insuflan cuchillos ardientes sobre este mundo. Entonces…¡Enderézate esfera
azul¡ Da condiciones de vida equilibrada a esos. Si, a esos los cuales la muerte temprana
respira de sus alientos. Por qué insistes. Estoy aquí ¿No me ves? Soy lo que
soy. Yo y yo. Mujer traída a la tierra con sus defectos y destrezas. No más. No
importa la procedencia de mi sangre, esta sangre que corre a través de salvajes
prados hasta hallar el éxtasis. Sí, el éxtasis. No, no lo comprendes. Galopar y
galopar por las colinas resplandecientes bajo el hechizo de la luna, bajo la
tibieza del sol. Me da igual lo que pienses. Aquí sigo…y solo te interesa mi
cuna. Qué más da. Mírame. Te lo ruego, mírame. Me amas o no me amas. Deberías
de desatarte de los prejuicios que en ti se han
infiltrado y mirarme. Sí, mirar la gruta de mis sensaciones. No. No seas
pesado. No sé donde nací. Por mi discurren la leve azotaina de una brisa que me
lleva, que me conquista a ser mujer que va de roque en roque al encuentro de su
yo. No lo martirices con tus preguntas.
Ya veo el pinzón azul. Aleteando con su fresco haz de belleza. Lo
perseguiré, tal vez ahí encuentres la respuesta
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