jueves, febrero 25, 2016

como tu quieras...

Aquí escondida. Cuanto tiempo eres secuela del dolor que engendra sueños del ayer.  Deberías, digo erguirte sobre montes nevados donde la calidez de los rayos solares alumbre tus nuevas singladuras. Permaneces aislada, rodeada de un que sin hacer mientras las horas dormitan en tu espalda ¿Por qué?, me digo. Ya no hay palabras para tenderte ese ánimo que te haga vertical. Lloras y lloras por las ilusiones perdidas. Lloras y lloras por el retorcimiento de tus huellas. Lejos, muy lejos donde habita el olvido.
Sí, esconderme. Sí, tu mirada, tus palabras. Halito valiente de hallarme en este rincón donde los robles se entregan a la pena. Me apetece, qué más da. Me siento cansada, aliada a una fuerza brutal que me filtra por permeables paisajes de la nada. Sí, esconderme, tras las tapias inaccesibles para mis deseos ¡Mírame¡…me siento cansada, martillos danzantes brotan de ese sol que con su quejido me hace ser esencia de la nada.
Mira…mira pájaros azules vienen a tu encuentro. Pájaros azules con la tonada de la vida, con la lluvia de un nuevo nacimiento distante de las amarguras. Mira…mira, aquí están, sobre esta cima donde el frío se nutre de tus pensamientos. Pisada fuerte, vuelos fértiles a través del arco iris que anuncia nuevas vivencias.
No…no quiero verlos. Ciega soy a su trinar, sorda a su vivo colorido. Aquí escondida, en las grutas de la desgana. No sé qué hacer. ¡Ay la huída¡ un arco de iris me persigue…qué hacer. Tu insistencia me seduce. Tal vez…tal vez algún día regrese pero  me niego ahora. Sola, bajo el sudor de estas montañas me siento bien.  Barranco arriba, corro. No me vetes mi girar y girar sobre mí misma. Aquí estoy bien con mí cavilar, con mi agotamiento.  Adiós pájaros azules. Adiós arco iris. Sola, sí sola. Mucho daño hay en mis entrañas. Tanto que enterrarlos sería brotar otra vez en otro mundo, en otro océano. Déjame en paz.

Adiós, me dices. Adiós, te digo. Cuando quieras…ya sabes…cuando quieras llámame. Me acurrucaré bajo las sonatas de la pesadumbre cuando piense en ti. Cuando piense en tu olvido. Ahora no tengo ganas de llorar por ti. Quizás mañana, digo. Quizás cuando tu respirar se convierta en granizo lloraré por ti. Como tú quieras…

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