viernes, febrero 26, 2016

océanos...

Océanos. Cuerpos que emergen bajo la luz de acantilados. Aves alzan su vuelo a nuevas tierras. Tierras donde la sonoridad del astro sol les de beber.
XX:
 Ya estoy aquí. Aprisa, aprisa. Mi embarcar es precoz pero creo que adecuado. Ya sé de esa tormenta que avanza hasta lamer las lágrimas. Ya sé que este es mi hogar pero todo se hace torpe, todo se hace obsoleto cuando intento dar un paso. El hastío llega hasta mí. Me siento y me recojo y frente a ese mar revuelto llevo mis pensamientos. Tengo que huir, marcharme donde el destino elaborado piense en mí, me haga un hueco para la felicidad.
YY:
 No mujer. No te vayas aún. Espera un poco más.  Ya verás…ya verás que todo saldrá bien. ¡El renacer¡ en tu propia tierra. Sí, esa tierra que te vio nacer. Ahora quieres partir, alejarte del barullo de la miseria, de la pena. Tan aburrida estás…
XX:
Sí, estoy  aburrida. Cansada de siempre escuchar la misma aberrante tonada que toman mis pasos.  No más que eso. Aquí no hay solución. Busco y busco y solo encuentro zarzas entre mis manos. Rostros anónimos me despiden, despeinan cada vez que intento balbucear un sueño, una verticalidad.
YY:
Entiendo. Entiendo que este ambiente te ramifique por vertientes extrañas a tu origen. Sin embargo, te noto feliz. No sé por qué.
XX:
Por qué me voy. Sí, me marcho con mis maletas, con tono de ensoñación a nuevas lugares. Aquí no hay nada que hacer.  Tu bien lo sabes. Hasta luego te digo. No sé…espero que sea una despedida emprendedora de nuevos alicientes para cuando retorné.  Hasta luego amigo. Mi barca está ahí, esperándome.  Volaré los océanos y como guía los astros marcarán mi designio.
Si…sí, un techo donde abrazarme. Yacer con la placidez de un despertar sereno, tranquilo. Aprisa, aprisa me voy.
Océano:
Vienes a mí. Arriesgas tu vida cuando yo violento me vuelvo tempestad que has de cruzar. La valentía es brío en tu mirada. Ven, ven aquí.
XX:
Voy a ti. Me entrego a este viaje sin rumbo sin saber del retorno.  Aquí hace mucho frío. Prefiero irme bajo tu manto gris antes de estar aquí. Todo ha acabado en estas tierras.  Acógeme y llévame lejos, muy lejos donde el sol me guiñe con una sonrisa. Mira mis ojeras, mi palidez, tiemblo solo saber que mí mañana me inunda de oscuridad.
Océano:
Vamos. Cruzaremos mi cuerpo y te llevaré donde el sol brille otra vez. No temas. No te preocupes los cauces de la vida son muchos. Tú eliges tu vía. Venga, antes que anochezca. Verás otros mundos, otras atmósfera que tal vez calmen tus penas.


Océanos. A través de ellos enmarcamos nuestra esencia. Elaboramos una andanza para un nuevo mañana.

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