Siempre conversando. Aladas semillas implantadas en la
bondad. Siempre mirándome, cada movimiento lento, cada palabra apagada, cada
lágrima precursora de los sentidos. Siempre dices que estoy emparedada…no sé
por qué, me gusta estar así, con el frescor de mis sueños, de mis deseos.
Pausadamente te arrimas y callas. Callas en el jaleo de mis entrañas, callas en
mi mano temblorosa al viento. No sé si son los años, esas historias iluminadas
por foco que me tiñe de desconsideración con el ya, con el presente latente en
la oquedad de nubarrones. Siempre conversando. No, no me convences. Estoy aquí,
hace frío pero me reconforta la armonía luminiscente de mis pasos. Good bye, no
me hables más, me cansas y yo con mi ajetreo despierto pierdo la noción del
tiempo. Mi escena es cotidiana, soy eco de mi propia película en estos
instantes. Adiós, no converses más. Todo termina en un absurdo de frases
arraigada algún libro. Me aburres…es que no entiendes. Retorno a mi reconditez donde
las hechiceras de la noche de luna son saltos sobre hogueras en sus conjuros.
Siempre conversando y yo no que decir, no sé que entender, coronas de huesos
marcan los destinos de cada uno, no hay remedio…¿entonces? Por qué tanta
preocupación por donde silban las flores que pueblan mi búsqueda. Sola…bah…siempre
lo estado ¿A qué vienes ahora? Yo y mis monólogos siempre conscientes de que no
estás…. ¡Sed¡ Tengo sed…sed de castillos en la arena que pueda destartalar para
de nuevo edificarlos con un suspiro. Siempre conversando, no te agotas…tic-tac,
el paso de las horas me dice sin ganas que me cubra de sueños, que cierre los
ojos y continué en ese laberinto de mi trotar como ave remota a tus ansias, a
tus miedos, a tus quejas, a tu ignorancia por donde ronda mi corazón. Uno, dos,
tres…y zas. Ya está, adiós.
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